Los domingos por la tarde suelen ser de asueto y reposo. De no hacer nada. De aburrirse de vicio y estar tirado sin estar cansado. Pero a veces pienso cómo serán esos domingos para los que manipulan a su antojo la economía mundial, por ejemplo, para la señora presidenta del FMI, Christine Lagarde.
- Cariño, estoy aburrida y es que hoy no me han llamado ni de un solo medio de comunicación. – Pues yo que tú hacía unas declaraciones incendiarias y acojonaba a todo dios. – ¿Tú crees? – Claro corazón, ya sabes lo que me pone eso. – ¿En serio? – Sí, me pone muchísimo. – No tonto, eso no, que si debo acojonarlos. – Ah… por supuesto, a por ellos loba mía.
Y claro, a ver quien se resiste a tomarle el pelo a la ciudadanía de este nuestro mundo. Explíquenme ustedes que si pudieran meterle miedo desde el primero hasta el último individuo que pisa este planeta no lo harían… si es que la avaricia no tiene límites y si rompe el saco pues a tomar por el culo porque el de esta gente siempre está lleno se rompa por donde se rompa.
Eso sí, antes de liarla parda llamó a su colega Robert Zoellick, el del Banco Mundial, que también estaba muy preocupado por su plan de pensiones y ambos acordaron en que era posible evitar la recesión. “Entre todos podemos” comentaron ambos descojonándose. Luego colgó el teléfono, miro su nómina anual de 323.234 euros libres de impuestos sobre la renta y pensó: “pobres diablos, se creen todo lo que se les dice”.