El título del presente post se inspira en este twit de la Dra. Alcira Pignata, personaje de ficción que -no termina de quedarme claro- ridiculiza o sintetiza la ideología de nuestra derecha más rancia. “Bala para este juez amigo del cannabis” reza el mensaje original, acompañado por el link al refrito que La Nación Online publicó, ayer a media mañana, en base a las coberturas de Página/12 y de Télam sobre la charla que el ministro de nuestra Corte Suprema Eugenio Raúl Zaffaroni brindó el martes pasado en la tercera jornada del ciclo Poder Económico y Terrorismo de Estado, a cargo de la Comisión por la Reconstrucción de la Memoria de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA (dicho sea de paso, Perfil y Todo Noticias hicieron lo propio aquí y aquí).
La expresión de deseo evoca el fotomontaje que Espectadores diseñó más de un año atrás para ilustrar este otro post sobre la inquina de un sector de nuestro periodismo vernáculo contra el también director de la “Revista de Derecho Penal y Criminología” y autor de La cuestión criminal, Crímenes de masa, La Pachamama y el humano entre otros libros de lectura recomendable.
Si la Dra. Pignata fuera un personaje capusottiano como Arnaldo Pérez Manija o Micky Vainilla, entonces podríamos entender el reclamo “Bala para Zaffaroni” como una caricatura de los exabruptos que el título y la bajada de La Nación (“Para Zaffaroni, los medios construyen `miedo y terror´/ El juez de la Corte Suprema dijo que `se intenta crear una realidad amenazante, caótica´y pidió `tener cuidado´”) provocaron en varios compatriotas twitteros.
Entre estos argentinos indignados, figuran el secretario de redacción de La Nación Pablo Sirvén, el crítico de cine Gustavo Noriega, el ¿panelista o co-conductor? de Hora Clave Pablo Rossi (aquí, la captura de sus respectivos twits). También opinaron el ex diputado nacional en representación de la Ciudad de Buenos Aires por la Coalición Cívica Fernando Iglesias (podemos leerlo aquí) y el periodista Esteban Schmidt (aquí su intervención).
La reacción casi conjunta de Sirvén y Rossi (repudiaron los “prejuicios hacia los medios” de Zaffaroni y una intencionalidad incompatible con su cargo público) es suave en comparación con las expresiones de Noriega (“declaraciones muy chotas”), Iglesias (enamorado del hashtag #DoctorZaffarancho) y Schmidt (“te beneficiaste de la prostitución”, “sinvergüenza”, “como a los nazis te va a pasar”, “llorá en -sic- tu psicólogo”). Dicho esto, todas las intervenciones sugieren el desconocimiento absoluto de la obra de Don Raúl, en especial de sus ponencias sobre criminología en general y criminología mediática en particular (otra vez habrá que recomendar la lectura de La cuestión criminal, en especial de éste, éste, éste, éste, éste, éste, este capítulo).
Además de reflejar una ignorancia crasa y la pereza mental que mencionó Rinconete en este otro post de Espectadores, los twits de estos profesionales de la palabra -Iglesias también se define como “periodista”- son fieles exponentes del pensamiento que ridiculiza o sintetiza la Dra. Alcira Pignata, y que lamentablemente encuentra tantos difusores en las redes sociales y en nuestros grandes y sacrosantos medios de comunicación.