Abrí una cuenta en el Banco Santander con la errónea idea de que una entidad financiera grande tendría una gran calidad en su gestión, pero en realidad lo único que tiene es una buena agencia de publicidad que machaconamente nos dice que quieren ser nuestro banco. Supongo que la estrategia del Santander es acaparar muchos pequeños ahorradores a los que ignorar y con los depósitos hacer negocio con las empresas y los políticos, que es lo que les da beneficio de verdad.
Lo primero que me descolocó fue cuando les propuse hacer algo con una buena cantidad de dinero y pasaron de mi como un casposo de leer un libro. Evidentemente retiré todo el dinero y me lo llevé a otra entidad, de modo que dejé la cuenta sin dinero y sin actividad. Lo bueno fue que dejaron de llegarme por correo los tacos enormes de papeles informándome de los movimientos de la cuenta (tienen acciones en fábricas de papel?? que despilfarro absurdo), lo malo es que te olvidas de que tienes una tarjeta de crédito con al que pagaste la cuota anual del antivirus.
Te recomiendo que si no vas a trabajar con una entidad, aunque sólo sea por unos meses que acudas a la oficina y des de baja todo. Yo no lo hice y cuando llegó el momento de la renovación de la tarjeta de crédito que no usaba (con la que pagué el antivirus), pues procedieron a cancelarla. De hecho cancelaron todo, sin que yo se lo pidiera, casi estoy convencido que me habrían dado de baja del gimnasio y del Club de Fans de yuaragüiner si hubieran sabido cómo hacerlo, qué majos ellos. Mira que gastan dinero en enviar papeles absurdos a casa, pero cuando tienen que dar un aviso importante prefieren ahorrarse el papel. Está claro que el uso que hace el Banco Santander es bastante higiénico…en general la forma de usar los medios de comunicación es bastante extraña.
Cuando llegó la hora de la renovación del antivirus, la empresa se lo cobró y el Santander aceptó el cobro de una tarjeta que estaba cancelada. Si vas a pagar algo en cualquier sitio con una tarjeta, te rechazan el pago si el importe pasa en un céntimo del límite, pero los muy cachondos no ponen ningún problema para que se cobren algo de una tarjeta que han cancelado ellos. Para salir corriendo.
Al cabo de unos días me llamaron del Santander para llamarme moroso. Tras una animada charla con la pobre mujer que sólo había podido encontrar un trabajo para molestar gente, llegamos a la conclusión de que habían aceptado un pago que yo no había admitido, de una tarjeta que hacía tres meses que estaba cancelada, y que el Banco de Santander tenía un sistema de gestión penoso. Luego les darán premios de calidad y todo eso, pero vaya panda de mataos.
Traté de rechazar el pago del antivirus, pero claro, los amigos de Norton dicen que Santa Rita-rita-rita, lo que el Santander paga no se quita. Estos también deben de confundir a los usuarios de su productos con virus, así que me ignoraron y tuve suerte porque no consiguieron eliminarme. Eso sí volveré a la sana costumbre de no pagar por el antivirus.
No obstante acudí a la sucursal para pagar el dinero y tras un buen rato en la cola me dijeron en la ventanilla que no podían cobrarme nada porque yo ya no aparecía como cliente, ni tenía tarjetas en vigor ni nada de nada. Tras otro buen rato esperando que me atendiera uno de los que sí que saben arreglar cosas, el resultado fue idéntico: había forma de cobrarme nada. Hecho histórico ir a pagar a un banco y que no sepan cómo cobrarte. Fantástico. Asunto arreglado, ¿no? Dos horas perdidas por la buena gestión del Santander.
Al cabo de unos días vuelven a llamarme para preguntarme que cuándo voy a pasar por el banco para pagar. No es una broma de la radio, porque los guionistas tienen mucha más imaginación que los bancos, es una forma de repartir el mundo: los guionistas no tienen dinero y los bancos no tienen inteligencia. Casi me daba pena la mujer cuando puse al Santander de vuelta y media, probablemente estaban grabando la conversación. Me dio la sensación de que cualquier tontaina podría usar mi cabreo para hacer que la pobre mujer perdiera su miserable trabajo. Ahí quedó todo.
Unos días después volvieron a llamarme para insistir en el consabido tema de que yo era un moroso y ellos unos ineptos desvergonzados. En honor a la verdad la gestión del Santander es mala, y yo jamás me he negado a pagar: el problema patético es que ellos no saben cómo cobrarme.
Dado que yo no tengo ganas, ni necesidad de estar media mañana en una sucursal, a la amable señora se le ocurrió que podía pagar con una tarjeta. Aleluya!!! Bienvenidos al siglo XXI. Lo que sea, respondí, con tal de que dejen de molestarme. Por cierto, quiero un antivirus eficiente, que sea capaz de detectar las llamadas indeseables que llegan a mi móvil, y que de paso se admita como virus las comunicaciones de los bancos, de los operadores de telefonía e internet, los que venden seguros y hogar, las inmobiliarias y las vendedoras de revistar religiosas (que por suerte no llaman por teléfono porque la palabra de Dios va caminando un rato y el otro en WIFI)
Pagué aliviado con mi tarjeta de otro banco. Y pensé que a partir de ese momento Santander sólo sería un lugar en el mapa en el que llueve y hay sardinas (amén de un desagradable rótulo en el alerón de un Ferrari), pero estaban lejos de cumplirse mis sueños.
Al cabo de unos días volvió a llamarme otra señorita del Banco de Santander diciéndome que tenía que pagar el maldito importe del antivirus. Y que como estaban de buen rollo no me iban a cobrar intereses. Revisé los movimientos de la tarjeta, mientras tenía la consabida conversación de “moroso-inútil-moroso-inútil-moroso-inútil”, y pude comprobar que unas horas después de haberse cobrado el importe, ellos mismos, desde Boadilla del Monte, donde tienen la sede central, habían devuelto el cargo. Estoy convencido que habría sido mucho mejor que en lugar de trasladarse a Boadilla del Monte se hubieran trasladado al Circo de los Hermanos Toneti, así al menos harían el payaso en un lugar adecuado.
El surrealismo me gusta, la situación era propia de una españolada de José Luís López Vazquez. De modo que mentalmente le puse la voz de Gracita Morales a la señora que me exigía que pagara el importe si no quería que se tomaran medidas que no le iban a gustar nada al señorito. Yo en ningún momento me he negado a pagar, incluso he perdido el tiempo intentando hacerlo, por lo que le dije que llamaran ellos a la sucursal de al lado de mi casa, se lo explicaran todo perfectamente, y que cuando lo tuvieran claro, me llamaran los de la sucursal para resolverlo todo en unos minutos.
Sin embargo la lógica aplastante no sirvió. Eso de llamar por teléfono para solucionar un problema interno, no va con el Banco Santander. Aunque claro puede que el problema no sea de ellos, sino del contrato que tienen con su operador de telefonía. Sí, con tanta variedad de planes y de contratos, puede que hayan pillado uno de esos que las llamadas para dar por el culo son gratuitas y las que son para arreglar cosas se pagan a cojón de mico, perdón por mi vocabulario, sustituyo mico, por mono.
Durante unas semanas seguimos con la tónica habitual de llamada el viernes entre el desayuno y el almuerzo. Una señorita me llamaba y llegábamos a la conclusión de que el Banco Santander no sabía cómo cobrarme y al final me daban un número de teléfono para que los de la sucursal les llamaran a ellos y les explicaran como hacer el cobro del antivirus, antes de que me volviera a caducar y se lo volvieran a cobrar…lo cierto es que hubiera sido divertido dejar pasar unos meses más para ver si volvían a colarles un cargo en una tarjeta cancelada.
El otro día pasé cerca de la sucursal, vi que los de las mesas estaban tocándose las pelotas y entré a ve si lograba pagar otra vez -no sea que en lugar de llamarme la señorita del Santander me llame su padre para preguntarme que si dejamos ya lo de las llamaditas los viernes y nos casábamos, o algo así- y esta vez el señor que no consiguió encontrarme en el ordenador, me encontró, gracias a algún anónimo informático que habrá hecho alguna modificación para corregir el desaguisado en su penoso sistema de información. Al comentarle el asunto al hombre me miró con cara de “a mi qué me cuentas, que bastante tengo con venir a currar por lo que me pagan…además no te tengo que hacer la pelota que tú no eres cliente”. El sorprendente asunto es que pudieron cobrarme, por fin, y que ya no tendré ninguna comunicación del Santander, espero.
Conclusión 1. Huye del Santander, del banco me refiero. En la ciudad se está muy bien si te gusta el mal tiempo. Teniendo en cuenta la que este banco te puede liar con unos pocos euros, imagina el desastre que puede ser tener con ellos una hipoteca o un préstamo.
Conclusión 2. De cualquier desastre se puede sacar un par de chistes.
Conclusión 3. Tenía mucha razón un profesor que tuve de Algorítmica cuando decía, el software lo tenéis en tal servidor, sin licencia, dios nos libre de pagar.
Conclusión 4. Santander: queremos ser tu fiasco.