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Banderas y banderías en el Parlamento andaluz

Publicado el 25 febrero 2021 por Ludovicus

Blas Infante le puso a su hogar en Coria del Río la ‘Casa de la Alegría’. Para llegar a la construcción, salvable mezcla de estilos con lo andalusí como principal referencia arquitectónica, debemos serpentear por un parque, antiguo jardín de la casa, del que recuerdo olivos y romero.

Por mis obligaciones políticas he conocido muchos lugares de la memoria íntima y política del que llamamos padre de la patria andaluza: la casa de veraneo en Manilva, la que escuchó su primer grito de vida en Casares, el círculo andaluz de Ronda… A quien interese, la ruta de Blas Infante tiene en esta página una excepcional guía. De todos los lugares, quizá la casa de Coria del Río y el instituto Luis Barahona de Soto en Archidona, donde estudió de joven, son mis preferidos por sus vistas y evocación de un tiempo lejano. Las de Archidona con la Peña de los Enamorados merecen una visita.

La de Coria fue el último recuerdo familiar de Blas Infante. Allí fue apresado y desde allí, al patíbulo de la cuneta de la carretera de Carmona. La escenificación de su captura es el clímax de la narración histórica, merced a los adelantos técnicos, que ofrece al visitante este museo. Reconozco que sobrecoge salir por la puerta, fin del recorrido, que fue para Blas Infante la entrada al final de su vida.

Hasta allí ha ido la compañera secretaria general del PSOE de Andalucía, Susana Díaz, para conmemorar el 28 de Febrero, el festivo de nuestra autonomía. Se cuenta más por dónde se habla que por el qué se dice.

Las celebraciones autonómicas de los últimos años han tenido un discurso recurrente, afortunadamente. Lo digo porque este año ha debido ser otro, por la pandemia que sufrimos, y por la realidad política de Andalucía, marcada sin duda por un gobierno sustentando por la ultraderecha.

La campaña institucional de la Junta por el 28F

La Junta, en manos de Elías Bendodo, cuyas hechuras políticas conocemos bien, ha tratado de explicarnos a los andaluces que toca levantarse otra vez (Nadie crea que gobierna el laureado, por su escudo presidencial, Moreno Bonilla. Cuando leo que el consejero de Presidencia tiene aspiraciones municipales malagueñas me cuesta creer que alguien siga creyéndolas. Los sueños son otros. No sé si el despacho de Bendodo está en la Casa Rosa, pero desde allí al Palacio de San Telmo hay escasos 50 metros. Disculpen la disgresión).

Decía que el gobierno autonómico ha encargado una campaña para insuflar ánimos, con la letra de nuestro himno como principal artefacto retórico. Sin banderas. El video, hecho de retales de imágenes de archivo, no tiene ni bandera blanquiverde ni acento andaluz. Lo que viene siendo plano para la exaltación de un día colectivo.

Frente a esa retórica simple por reiterada pero respetable (toca levantarse, demostrar el orgullo andalucista y sortear los envites de la pandemia), el verdadero marco político de este año el 28F es la realidad institucional que se vive en Andalucía, con la extrema derecha en el Parlamento.

Banderas falangistas en Las Cinco Llagas

Que en el Parlamento de Andalucía cuelguen en despachos banderas falangistas no puede ser un hecho más. Se da el caso de que se equiparan a otros símbolos (en este caso, la bandera pro derechos de las personas LGTBI) y paguen justos por pecadores.

Tiene su tertulia y debate la equiparación de símbolos. Nada más que por sus significados históricos, y los que cada cual quiera alojar en ellos, el punto en común del debate parece lejano. No obstante, la decisión ha sido que si se prohíben estas manifestaciones de la libertad de expresión, que se prohíban todas. Es una respuesta demasiado equidistante, aséptica para quien la toma, tomada con gel hidroalcohólico, pero que tan poco ayuda a la democracia.

Que los totalitarismos y extremos los hay en todo el ancho de banda ideológico no significa que defender la igualdad y la tolerancia como valores universales ahora sea partidista o sectario.

Colocar en el mismo plano ambas banderas es un síntoma de que la guerra cultural que fecundaron y alimenta la derecha ha calado muy hondo.

Proclamar tu adhesión a la libertad sexual mediante un símbolo como una bandera multicolor no es igual que colocar en un despacho una bandera de un partido con un ideario antidemocrático, que fue muchas cosas desde su fundación, solo basta con saber que hay falanges auténticas y otras que serán o copias o sucedáneos. (No entro en debates académicos porque mi desconocimiento es un terreno más amplio que el de las certezas, más allá de leer para comprender no he ido, coincide que estos días leo ‘Casi unas memorias’, compilación de textos autobiográficos de Dionisio Riruejo).

Existen valores humanos, ampliamente compartidos, que son el sustrato mismo de esa libertad de expresión. En cambio, existen propuestas ideológicas que persiguen socavarla. Lo que no podemos es colocarlas en un mismo plano, enfrentarlas como realidades semejantes. Aquí la gran derrotada es la propia democracia, que pierde defensas ante infecciones totalitarias.

Quizá me explica mejor si en vez de hablar de la bandera LGTBI fuera sobre la de Naciones Unidas.

Las advertencias de Susana Díaz

Susana Díaz ha criticado la simbología falangista en dependencias legislativas. Síntoma del blanqueamiento de la ultraderecha, que ha entrado en las instituciones (con el respaldo de los votos, es necesario decir para no caer en maniqueísmos que adulteren la conversación y debiliten nuestros argumentos. Están, porque les han votado).

Desde ese debate electoral de la campaña de diciembre de 2018, la secretaria general del PSOE de Andalucía ha advertido de lo que significa que la derecha extrema, extrema derecha, ultraderecha, como queramos llamarla, se sienten en el Hospital de las Cinco Llagas.

Ha alertado del riesgo que sobrevuela las instituciones españolas cuando quienes quieren un estado centralista sin autogobiernos autonómicos tienen a la vez la llave de gobiernos regionales.

Autogobierno y Estado del Bienestar en Andalucía

Pocos dudarán de que el autogobierno ha sido la clave del desarrollo posterior de Andalucía. Su participación, en un plano de igualdad, en los asuntos estatales. Nunca la voz andaluza fue tan tenida en cuenta como en este estado de la autonomías. Ni en tiempos de la añorada por algunos Segunda República.

Atacar a la autonomía andaluza es atacar a Andalucía. Porque se ataca a instituciones que sustentan ese patrimonio colectivo que es el Estado del Bienestar, con sus deficiencias y problemas, pero que nos protege y nos ayuda, nos levanta, cuando caemos o casi. Quienes hemos sufrido la enfermedad entendemos mejor esta retórica.

De lo pronunciado ayer en Coria del Río por Susana Díaz, una cuestión, en mi opinión, es la fundamental: la educación.

«La gran asignatura pendiente de nuestra democracia es no haber enseñado en las escuelas la brutal represión de vidas, de ideas, de libertades y de derechos, que supusieron los 40 largos años de franquismo en España. Como sí se ha hecho en Alemania, en Argentina o en Chile», dijo Susana Díaz.

Susana Díaz, Coría del Río, 24 de febrero de 2021

Aquí la historia del siglo XX español se ha contado, primero, por los vencedores, y después con el objetivo de fundar el mito de la Transición, para mayor fortaleza de la democracia misma. La reparación moral que significa la memoria histórica de los vencidos ha llegado cuando generaciones y generaciones de españoles ni conocían el pasado ni el significado político de que nuestra país fuera gobernado de manera totalitaria durante cuarenta años.

No ha habido oportunidad para que ver ese pasado como un fracaso colectivo de España. Azaña, en su afán de frenar el dolor de la guerra civil, prefirió proclamar su ‘Paz, piedad y perdón’ como fórmula para suturar en el futuro, esto es, nuestro presente, la profunda herida de los españoles y de España.

En Alemania, Argentina o Chile, por poner los ejemplos citados en su discurso por Susana Díaz, las dictaduras militares y el estado totalitario se han sentido como horrores colectivos.

He recorrido lugares de la memoria en Berlín que no representan un flagelo o expiación de los pecados: son lecciones morales y políticas, nada de proselitismos. Tras un duro recorrido para depurar responsabilidades por los crímenes del nazismo, en los cincuenta y sesenta, Alemania abrazó la causa de la memoria como antídoto democrático contra posibles resurgimientos, como exhortación de perdón a las víctimas de todo tipo, como pedagogía arquitectónica en calles y plazas, como la mejor manera de pasar página abriendo una nueva etapa.

Ese camino está por recorrer en nuestro país, en España. En Andalucía. De la reparación moral de los vencidos y sus familiares, debemos pasar a la expiación colectiva. Sé que duele y dolerá por mucho tiempo, pero el tiempo ha de servirnos para cerrar heridas.

Equiparar símbolos que representan ese pasado totalitario, como se ha hecho en el caso comentado, es una flaqueza, una falta de arrojo, un intento de pasar de puntillas para no molestar a unos y a otros. Ahora bien, cuando se equiparan valores universales y valores antidemocráticos, no sorprenda que alguien piense que los protegidos realmente hayan sido los segundos, porque en la intención última de éstos reside la destrucción de los primeros, la aniquilación de la universalidad del ser humano, sus derechos y deberes. De la Humanidad, que proclamaó Blas Infante.


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