
El uso de pirotecnia es peligroso. Eso es indiscutible. Más allá de que parecía algo injusto que el Ministerio de Seguridad de la Nación se la agarrara con Vélez por clausurarle la cancha, lo cierto es que, si sienta un precedente, castigar esta conducta es positivo para la seguridad en los estadios. Pero claro, siempre hay alguien que da un paso más y empieza el absurdo.
La reciente disposición del Comité de Seguridad de la Ciudad de Buenos Aires indica que no se permitirá el ingreso de banderas ni bombos al Superclásico. Parece increíble pero es real. Los brillantes cerebros del Comité llegaron a la conclusión que un pedazo de tela es una amenaza para los hinchas
¿Con qué justifican estas decisiones? ¿Acaso prohíben las banderas porque los delincuentes las usan como escudos para no ser identificados? ¿Y los bombos? Probablemente Daniel Lalín, ex presidente de Racing, nos podrá decir que son objetos peligrosos. Pero solamente serán peligrosos si las personas que los llevan también son peligrosas.
Y todos sabemos quiénes son los criminales. En la abrumadora mayoría de los casos son los que se ubican en el centro de las tribunas. Que vaya la Policía y se lleve a ellos para proteger al público, en vez de prohibir el uso de banderas, sacándole el color que todo partido (sea un Boca- River o un Dock Sud- Ituzaingó) se merece.
Hace años que las barrabravas, con sus peleas y sus muertes, conducen a decisiones de arriba que lastiman al fútbol (caso, la ausencia de público visitante en el Ascenso). Ya es hora de que la AFA -o el Gobierno, o el que sea- identifique a los verdaderos delincuentes y deje al hincha común en paz.
