El año pasado fue un año muy productivo y lleno de cambios. Fue el año en el que nació Eco Eco Magazine, una guía para ayudarte a conseguir una vida sostenible y saludable.
El año en el que me volví a mudar, cambié de ciudad, de país, de clima, de idioma... Ahora vivo en una pequeña isla en el Océano Atlántico, rodeada de mar y naturaleza. Madeira se ha convertido en la protagonista de todas mis fotos de Instagram.
No me canso de fotografiar sus acantilados, bosques, plantas, árboles... Cada fin de semana apagamos el ordenador, escapamos de la ciudad y nos adentramos en la isla. Esta necesidad de naturaleza, esta necesidad de alejarnos del cemento tiene un nombre, un sentido y muchos beneficios.
La vida urbana y las nuevas tecnologías nos apartan cada vez más del medio natural. Más de la mitad de la población vive en grandes ciudades: espacios artificiales en los que estamos rodeados de asfalto, edificios, paredes, ascensores…
La desconexión con la naturaleza ha llegado a tal punto que ya se habla del trastorno por déficit de naturaleza’ (TDN), una patología que suele aparecer cuando una persona está en desconexión permanente con el medio natural que le rodea y que provoca un aumento de estrés y ansiedad.
No es casualidad que el fin de semana todos decidamos “escapar” de la ciudad para sumergirnos en la naturaleza, esta necesidad se llama Biofilia. Término que acuñó el biólogo Edward O. Wilson para referirse a la afinidad innata que la humanidad siente por los seres vivos.
“En el conjunto de nuestra evolución, los humanos hemos estado el 99,9% de nuestra existencia en entornos naturales. Nuestras funciones fisiológicas están adaptadas a este medio.” - Doctor Miyazaki
Se ha demostrado que un paseo por el bosque nos hace sentir bien y también puede mejorar nuestra salud. Los resultados de los estudios* llevados a cabo en voluntarios sanos y pacientes con diabetes revelan que tras un paseo de un par de horas por el bosque, se reduce la presión sanguínea, decrece la concentración de cortisol en la saliva (biomarcador del estrés), bajan los niveles de glucosa en la sangre, se reduce la actividad cerebral del área prefrontal y se estabiliza la actividad del sistema nervioso autónomo, en los humanos.
Los japoneses fueron los primeros en poner en práctica esta terapia y en prescribir los “baños de bosque” (en japonés “Shinrin–Yoku”), para prevenir y paliar dolencias. Actualmente, cuentan con centenares de kilómetros de forest theraphy sites, bosques especialmente cuidados para que sus estresados ciudadanos practiquen el Shinrin-Yoku.
Los “Baños de Bosque” tienen su técnica, no es como ir de excursión, es un paseo más lento, un paseo que se podría calificar de meditativo. Caminar por la naturaleza con los cinco sentidos.
Pasear de forma pausada y relajada. Disfrutando de los colores de la naturaleza. Escuchando con atención es sonido del viento meciendo los árboles, los cantos de los pájaros... Acariciando con suavidad una hoja, palpando la textura rugosa del tronco de un árbol. Oliendo los diferentes aromas que desprenden las plantas: laurel, eucalipto, tomillo... El objetivo es poner alerta todos los sentidos por lo que se recomienda saborear un té o una infusión para que el sentido del gusto también participe de esta experiencia.
Otra de las cosas que debemos hacer a la hora de sumergirnos en el bosque y practicar el shinrin-yoku, es desconectar. Apagar la tablet o el móvil, dejar a un lado las preocupaciones, tareas y responsabilidades. Nuestra atención debe estar centrada en el entorno para poder disfrutar de la experiencia.
Lo ideal es que esta técnica se practique en bosques centenarios, pero si vives en plena ciudad y no hay bosques cerca, la mejor opción son los parques. Pequeños oasis que te permitirán reconectar con la naturaleza.
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Nahir
- Park BJ, Tsunetsugu Y, Kasetani T, Hirano H, Kagawa T, Sato M, Miyazaki Y (1998). Physiological effects of Shinrin-yoku (taking in the atmosphere of the forest)--using salivary cortisol and cerebral activity as indicators. Int J Biometeorol.
- Ohtsuka Y, Yabunaka N, Takayama S (2007). Shinrin-yoku (forest-air bathing and walking) effectively decreases blood glucose levels in diabetic patients. J Physiol Anthropol.