Mira aquí ¿lo ves? Es el “Bar Italia“, en el número 22 de la Frith st. del Soho londinense, donde algunos dicen que se puede disfrutar el mejor espresso de la ciudad, donde el fútbol (sobre todo en lo que se refiere a la squadra azzurra) es religión y donde -esto es lo que cantaban Pulp en 1995- se reúnen personas abolladas por los golpes de la vida: toda una institución en la vida de la gran capital británica.
El Bar Italia es uno de los primeros sitios en los que se sirvió café italiano en Londres, allá por 1949, y a pesar de la terrible presión inmobiliaria ha conseguido mantenerse como un local familiar durante tres generaciones. Con su aire viejuno y alejado de la estética fashion imperante en el Soho, el alegre sonido del parloteo en italiano rebota contra las paredes del atestado local, zambullido en el aroma de las especialidades de la casa (latte, mocca, macchiato, espresso) y salpicado con el colorido destello de las tartas de la casa (tiramisú, torta della nona, de limones y almendra…) o los antipasti que reclaman nuestra atención desde los abigarrados estantes: aceitunas, embutidos al estilo italiano, bruschettas o salmón ahumado.
El personal del bar alardea de que prácticamente nunca cierran: “vengas a la hora que vengas, estamos abiertos”. Es uno de esos pocos sitios en los que puedes tomarte una copa o un café a las 5 de la mañana, a esa hora en la que coinciden los rostros cansados por el baile y el éxtasis, y los de los primeros trabajadores de la jornada; para las 7h ya están de nuevo sirviendo desayunos. La leyenda dice que únicamente cerró el día en que la selección italiana perdió la final de la Eurocopa del año 2000. Porque, oh sí, en el Bar Italia son futboleros hasta tal punto, aseguran en la revista de viajes Traveler, que:
“El auténtico drama, sin embargo, se vivió en la final del Mundial de 2006 entre Italia y Francia, cuando en el momento más emocionante, el televisor dijo “hasta aquí hemos llegado” y reventó a causa del acaloramiento colectivo de toda la comunidad ítala que se había reunido para verlo. Los que estaban presentes aseguran que aquello parecía el Apocalipsis y que cundió el pánico como si se tratase de un ataque nuclear. Afortunadamente la cosa se solucionó sin más daños, trayendo a hombros como si se tratase de la mísmisima procesión de San Genaro otro aparato del bar de al lado, cuya clientela no se jugaba nada y se contentaba con beber una pinta tras otra. Después de aquello, esa televisión de tubo pasó a mejor vida (quizás muchos hubieran agradecido este verano ahorrarse algunas imágenes) , y ahora una enorme pantalla de plasma permanece todo el día encendida. Retransmite puntualmente todos los partidos del Calcio y los aficionados de cada “squadra” siguen reuniéndose aquí para sentirse un poco más en casa, arropados por los banderines un tanto mugrientos que cuelgan del techo”.
El 30 de octubre de 1995, hace hoy exactamente 25 años, se publicó “Different Class“, obra cumbre del pop de los 90 y el disco más importante en la vida del que esto escribe.
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