Revista Cultura y Ocio

Barcelona, ciudad sin ley (II)

Publicado el 04 septiembre 2014 por Javier Ruiz Fernández @jaruiz_

Diez cosas que mejorarían la vida en Barcelona (y en cualquier ciudad)

(Viene de un post anterior.)

#1 No veo sonrisas

¿A que suena a broma? Si bien se agradece que la gente no vaya enseñando los dientes ni contrayendo los músculos (faciales) por ahí sin control (eso tampoco molaría demasiado), me refiero a que no se ve a las personas caminar felices por la calle. Vale, sí. Alguno hay que va con cara de recién follao todo el día, pero la mayoría caminan con cara larga el 90% del tiempo. Otro tema es el por qué, yo creo que porque la mayoría vive en ciudad no hace lo que quiere, pero ese es otro tema. Me apuesto que un gran porcentaje de los que van creyendo que el mundo es de color de rosa vienen de casa de su novio/a, y el resto están cómodos tanto en su vida personal (familia, amigos, coleguillas…) como en la profesional.

#2 Demasiado estrés

Christian Bale en American Pyscho

Señor aleatorio con una elevada carga de estrés encima.

En serio. Ya sé que es propio de grandes ciudades, pero la gente va muy nerviosa. Cuando volví con el ritmo de Baleares, aluciné con lo excitado (en el mal sentido) que está todo el mundo constantemente. Paraos en una esquina, haced la prueba. En los coches, en la calle, en las tiendas, en el trabajo… la gente salta por cualquier cosa. Corren hasta los viejos, cruzan los semáforos en rojo porque tienen que llegar a toda prisa no sé a dónde. Ya no te cuento la gente que tiene que dejar a los niños en el colegio (siempre en la puerta y con el coche en doble fila, por cierto), ir a trabajar, comprar… Ese ambiente se convierte en la norma, y dejamos de darnos cuenta, que es lo peor.

#3 Deberíamos buscar espacios más naturales

Esto parece que, poco a poco, va tomando forma en las ciudades (por ejemplo, con el proyecto de deconstrucción de la anilla de las Glorias, que tiene como fin estructurar un gran espacio verde allí). Por otra parte, las capitales españolas son de las peores en zonas verdes de toda Europa, el 55% de las cuales tiene menos de 10 m por habitante. No tengo ni idea de qué porcentaje tiene Barcelona, pero seguro que no demasiado. Cabe preguntarse: “¿Qué espacios verdes tenemos para disfrutar de nuestro tiempo de ocio? ¿Son suficientes?”

Quizá no todo el mundo quiera vivir en un bosque o en el campo, pero entre hormigón la esperanza de vida, los constipados e incluso las alergias van a peor. Lo tengo bastante claro.

(Por cierto, en relación con este tema, he encontrado una lista de parques en Barcelona en la página web del Ayuntamiento de Barcelona.)

#4 ¿Peligros? En todos lados. Pero aquí, más bien desconfianza en el prójimo

Esto no es ni mucho menos lo peor, sino algo sintómatico y curioso, supongo. La ciudad no tiene una cultura de confianza: demasiada gente, demasiado desconocido, normas sociales y educación que, a veces, penden de un hilo… El prójimo es un desconocido y nuestra primera reacción es siempre la desconfianza. Si te regalo un bocadillo que me sobra, desconfías. Si te pido que vigiles un minuto al perro, desconfías. ¿Esto es algo natural o aprendido por necesidad? Yo que sé.

#5 Falta de interés por tu ciudad

Quien vive en Barcelona, sabe que es una ciudad de barrios, donde cada uno tiene una idiosincrasia propia y genial. Hasta aquí todo es luz y matices multicolor, después compruebas que mucha “gente de barrio” no es más que gente que no sale de su entorno, lo que resulta un poco triste, ¿o no?

Personalmente, me propuse conocer a fondo la ciudad, sin prejuicios, desde Sants a Ciudad Meridiana, de Trinitat Vella al Raval, de Gracia a Horta, etcétera, etcétera y etcétera. Es curioso que a menudo viajemos cientos de kilómetros buscando experiencias que podemos encontrar a 300 metros.

Búnkers del Carmelo. La fotografía es de David Rodríguez.

Búnkers del Carmelo. La fotografía es de David Rodríguez (Flickr).

#6 Realidad difícil

Los catalanes, al igual que el resto de los españoles, tienen que lidiar con una realidad difícil. Y esas realidades, en ciudades que suponen un mínimo de 1.200 euros si quieres vivir solo… y el sueldo íntegro si compartes piso, son jodidas. Si a todo ello le sumas las artimañas políticas de los de siempre  que, a mi modo de ver, se han relacionado con la independencia, peor todavía.

Sobre este tema no quiero crear polémica, así que solo digo tres cosas: a) sí, considero que un referéndum es algo democrático y necesario para tratar la mayoría de los temas importantes a nivel nacional, autonómico y local; b) también creo que muchos políticos han utilizado esto para atacar al gobierno central o para conseguir concesiones del mismo a través del sentimiento de catalanidad (como tradicionalmente hacía el excelentísimo Jordi Pujol y, después, Artur Mas; no solo CIU, evidentemente) y c) considero que estaríamos mucho peor fuera de España: siempre se habla de los costes que supone España, pero no de los ingresos, recordémoslo.

Sobre esto me gusta mucho un artículo titulado La independencia radical de El País. Y me gustaría escribir una entrada extensa hablando sobre ello, por lo que no desarrollo más punto.

#7 Falta de tiempo = dinero = búsqueda de satisfacción rápida

¿Os habéis fijado en esto? Cuanto más cara es una ciudad, más necesitas trabajar, o más necesitas esforzarte por trabajar menos. Esto, a menudo, supone que al llegar a cierta posición social gastemos muchísimo dinero en la satisfacción más inmediata posible (que, además, suele ser cara), ya que nuestro estilo de vida nos exige muchísimo tiempo: mínimo 40 horas semanales si estamos puerta con puerta.

Al volver de vacaciones descubrí un artículo muy recomendable sobre el por qué de la jornada laboral de cuarenta horas, que cuadra todavía más en relación a la jornada partida española: la norma, que supone doce o catorce horas de trabajo.

Esto no es un problema único en Barcelona, sino a nivel global, pero también me hice consciente al poder permitirme no trabajar algún día entre semana, dedicar más tiempo a ciertos hobbies y aprender a valorar lo que se tiene.

#8 Velocidad

Todo va rapidísimo, y no estoy hablando del tráfico. Supongo que entre el estrés y el ritmo de vida… los días pasan a toda leche. ¿ O solo es una sensación?

#9 Masificación urbanística y pésima gestión turística

La realidad del barrio está cambiando poco a poco. Los barrios céntricos y más turísticos (Raval, Gótico, Barceloneta, etc.) se han convertido en zonas masificadas. El turismo se reúne entre la Sagrada Familia, la Catedral de Barcelona, el Parc Güell y el Port Olímpic, dejando poco espacio al ciudadano para que se mueva por zonas tradicionales dentro de su propia ciudad.

La Rambla es el vivo ejemplo de esto. El documental Bye, bye, Barcelona habla de estos problemas, en concreto: masificación, inseguridad y pérdida de calidad. En resumen, el modelo de política turística parece erróneo y quita zonas de disfrute de los ciudadanos para prostituirlas con los visitantes, los cuales tampoco reciben una experiencia positiva. Los extranjeros que visitan el centro de Barcelona vuelven a sus países con una idea muy simple y, además, distorsionada de lo que es Barcelona. Para más inri, ahora parece que nos hemos caído del guindo y nos hemos dado cuenta de que hay miles de pisos alquilados ilegalmente… El consuelo para tontos es que todo esto también ocurre en el resto de España.

#10 Humedad

No sé si siempre ha sido así. Si desde críos hacia esta humedad increíblemente pegajosa, pero… En serio, es de lo que peor llevo desde que empezó a hacer calor y adopté el look “Zipi-Zape” de todos los veranos. Qué hartón de sudar… Eso sí, acepto que este último punto es un poco trampa la verdad. Porque no sé si es consecuencia de la polución, el calentamiento global, la falta de espacios verdes o siempre ha sido así, ¡pero qué bien que llega el otoño!


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