La requisitoria me surge naturalmente. Ser contemporáneos y a su vez testigos de este Barcelona alucinante es algo que cualquier mortal amante del fútbol debería agradecer.
Se supera a su mismo el cuadro conducido por Pep Guardiola. Redefiniendo sus propias fronteras, enalteciendo sus ideales y elevando el fútbol a la categoría de arte.
La nueva exhibición brindada por el equipo ante la Real Sociedad (5-0), no hace más que reafirmar esta idea. Juega el Barça y admirados, sus rivales –llámense Real Madrid, Getafe o Panathinaikos- gastan energías en pos de un ejercicio inútil.
Rueda el balón y se desliza elegantemente por el césped impulsado por diez futbolistas para los que el tiempo parece no correr. Toca Alves, toca Xavi, toca Iniesta… del armado y la posterior conclusión de cada una de las jugadas participan todos. Con o sin el balón.
Quien lo tiene, casi no traslada. Lo pasa e inmediatamente después se mueve en busca del espacio vacío, mostrándose como opción viable para volver a recibir y ensayar las veces que sea necesario la misma acción. Buscando progresar siempre con pulcritud.
Se mueven los futbolistas y a la velocidad de un rayo, se mueve el balón. Surge el engaño, se ensayan paredes imposibles, toques de primera, sean en corto o en largo, aperturas y cambios de orientación que confunden al oponente y propician grietas que dada la inigualable precisión con la que todo esto se lleva a cabo, se abren de par en par.
El gol es una consecuencia y llega, tarde o temprano, pero llega. Desde los pies de Pique o los de Villa, pasando por los de Xavi, Iniesta y Messi, principales hacedores de un fútbol pocas veces visto y que a entender de quien escribe estas líneas, es practicado por el que se ha transformado en el mejor equipo de de la historia. Que aun podamos seguir disfrutándolo es la mejor noticia.
Puzzle Bobble
Karate Blazers
Puzzle De Bloques
Magical Cat Adventure