"La verdad se parece mucho a la falta de imaginación." Enrique Jardiel PoncelaAlgunos años atrás, en algún curso sobre Ciencia Ficción, descubrí - o mejor descubrimos- el cine de Karel Zeman, los pocos minutos que tuvimos la oportunidad de ver, algunas imágenes con ese mundo ilusorio y fantástico del director checo, fueron más que suficientes para buscar su obra, en este caso, su versión del Barón de Munchausen; que, hace unos pocos días tuve la oportunidad de ver esta película, que ya se convirtió en una de mis favoritas, y en una prioridad visualizar las demás obras de este director nacido en el ya desaparecido Imperio austrohúngaro.
Considerado junto a Jiri Trinka, como uno de los padres de la animación checa, este director que estudió y trabajó en Francia, en el mundo de la publicidad, donde realizó sus primeros trabajos de animación. Zeman, de regreso a (en ese momento) Checoslovaquia, empieza a trabajar con algunos de los pioneros del cine europeo del este, y con la colaboración de su hermano Borijov -también cineasta-, realiza su primer cortometraje Un sueño de Navidad.El mundo de ilusión, ensoñación y artesanía cinematográfica son fundamentales en el trabajo de este cineasta, heredero de la magia de Georges Méliés, la fantasía de Verne y principalmente, en un referente, en un padre artístico para directores como Jan Svanmajer, Terry Gilliam, entre otros, que supieron interpretar y acoger su mundo y su legado del octavo arte, como lo es la animación.
Zeman (izq.) dando instrucciones a Milos Kopecký (centro) y a Rudolf Jelinek (der.)
El cine de Zeman, nos acerca a nuestra infancia, al mundo de lo extraordinario, en este caso lo hace a través de uno de los libros infantiles que mejor retrata las aventuras e irracionalidad de la fantasía, en cierto modo, como respuesta al racionalismo imperante de una época. El Barón de Munchhausen, mezcla del Quijote y Gulliver, es adaptado de forma cercana al estilo del director, quien también escribe el guión junto a Jirí Brdecka y Josef Kainer.Este personaje literario creado por Rudolf Erich Raspe, y basado en Karl Friedrich Hieronymus, barón de Münchhausen, nos cuenta las aventuras de éste, sus viajes en balas de cañon, a todos los mares del mundo e incluso a la luna, en donde inicia esta película, con un cosmonauta que ha llegado al satélite natural, donde es recibido por Cyrano de Bergerac y otros personajes que parecen salidos de las novelas de Jules Verne. Este cosmonauta llamado Tonik (Rudolf Jelinek), será confundido como un "lunario" por el propio Barón de Munchausen (Milos Kopecky), a partir de esto, los dos vivirán las más diversas aventuras.La llegada a la tierra en un barco remolcado por pegasos en donde vienen El Barón y Tonik, no sólo será a la Constantinopla de sultanes, cimitarras y joyas sino a una época ajena al cosmonauta. En este imperio, de castillos y sirvientes, Tonik, se enamorará de una bella joven llamada Bianca (Jana Brejchova) secuestrada por el Sultán. El barón y Tonik, rescatarán a Bianca, lucharán contra los miles de guerreros del sultán, cabalgarán durante días en caballos, y finalmente llegarán a un barco, que les dará no sólo la vuelta al mundo sino que verán las hazañas del propio Munchausen, y su mundo repleto de imaginación y como él mismo lo ve, donde los peces gigantes se tragan las embarcaciones, los pájaros gigantes secuestran hombres, los castillos se convierten en cohetes, y el amor lleva a la luna a los amantes.
Zeman, llena su universo cinematográfico de color, de decorados pintados a mano, stopmotions, ilustraciones y un sinnúmero de recursos estéticos, que si bien toma y homenajea al propio Meliés, éste, tiene su propia huella, donde experimenta, crea, mostrando no sólo su gran capacidad como artesano sino su creatividad y visión del mundo; el checo, se inspira profundamente en el trabajo de Gustav Doré, para sus fondos, y toda la estilización del trabajo se nota en cada uno de los fotogramas, espacios y secuencias de este largometraje que mezcla el "live-action" con la animación en sus más variadas formas, concebidas con las mismas percepciones de los inicios del cine, y la magia del mismo.
Las sobreimpresiones, el trucaje, el uso del esgrafiado en determinados planos, marionetas y tantos otros elementos, que logra destacar a través de la fotografía de Jirí Tarantik, y obviamente de esos barrocos decorados, que gracias al ingenio de Zeman y su equipo de trabajo, confluyen de forma dinámica, estética y que en definitiva son todo un deleite para el espectador, que simple y sencillamente regresa a su infancia y a la inocencia de los primeros años del cine, de los Melies, Blackton o Mccay, y con todo el lirismo, el desborde creativo y en cierta manera la independencia del cine europeo del este.
Personalmente, obra maestra de un director entusiasta de lo artesanal, influenciado por el cine de marionetas checas, experimental en su sentido más lúdico, y un verdadero padre de otros genios como Harryhausen, Gilliam, quien tomó ideas y técnicas para su propia versión del Barón de Munchausen, y de tanto otros, que aún ven en el cine, un lienzo para plasmar sus más preciadas ideas, talentos y virtudes.
Imprescindible para cualquier amante del cine y de la animación, admirador del stopmotion, de las técnicas alternativas y ante todo, del cine como ensoñación, como un poema visual.
Zoom in: Cuando la película fue proyectada en el British Film Institute en 1980, sirvió como una influencia para Terry Gilliam , que entonces estaba haciendo su propia versión de las historias de Munchausen, Las aventuras del barón Munchausen (1)
Montaje Paralelo: El viaje a la luna (1902) - Las aventuras del Barón de Munchausen (1988) - Animación Checa.
(1) Wikipedia.