Quien desee ver un hermoso hallazgo arquitectónico, realizado y pulimentado por el celoso cura párroco D. Clemente Ballesteros, acuda a la iglesia de San Justo y Pastor, que se encuentra casi al extremo de la calle de la Tripería. En la sacristía de esa parroquia, admíranse las bellezas de aquellos alfarges arábigos tan raros y tan delicados; las labores de su inimitable gusto.Por toda aquella barriada, tirando hacia el río, pueden saborearse multitud de detalles preciosos, en ferretería, ornamentación y traza; pero quien guste de admirar filigranas de arquitectura, de adorno y decorado, madrugue un poco y recorra en cuanto se lo permitan, el recinto de San Juan de la Penitencia, San Lorenzo, la Concepción Benita, Casa de Munarriz, San Pablo, San Lucas... y para que nada falte, la hermosísima puerta del Colegio de Infantes, instituído por el Cardenal Silíceo.
José Ibáñez Marín. Recuerdos de Toledo (1893)