
American made (Doug Liman, 2017. EEUU): Tom Cruise no es el Robert de Niro de Casino, ni tampoco el Leo DiCaprio de El lobo de Wall street… ni siquiera es el Ray Liotta de Uno de los nuestros o el Johnny Depp de la inferior aunque entretenida Blow, pero Doug Liman (suya es la muy reivindicable y cult Al filo del mañana) se empeña en convertirle, sin éxito, en alguno de los protagonistas de los mastodónticos y vibrantes relatos de Martin Scorsese, en esta ocasión sobre un avaricioso piloto que se convierte en camello, a enorme escala, de los cárteles colombianos de la droga durante los años 80 y, en última instancia, en informador de la CIA, lo que le acabó costando la vida a manos de sicarios de los mencionados cárteles. Sin profundidad alguna, sobre todo en el personaje de Cruise, se deja ver gracias a la ligereza de su conjunto, pero no es la gran película que podría haber sido.




