FECHAS: Del 3 al 8 de febrero de 1837
CONTENDIENTES:
Gobierno de España: Ejército Popular al mando del coronel José Eduardo Villalba Rubio
Sublevados: Ejército de África y el Reino de Italia, al mando del general Gonzalo Queipo de Llano.
DESARROLLO
La batalla de Málaga fue una ofensiva lanzada por una fuerza combinada del bando sublevado y los italianos del Corpo Truppe Volontarie destinada a arrebatar el control de la provincia de Málaga al Gobierno de la nación. Algo que consiguieron en menos de una semana, y que produjo uno de los mayores éxodos de civiles en la Guerra Civil.
Málaga y buena parte de su provincia, se habían mantenido junto al Gobierno, tras la sublevación, aunque las milicias y los comités obreros se habían hecho con el control. Poseer la zona, aportaba grandes beneficios al que dominara la zona, puesto que su puerto era de los más importantes de Mediterráneo, además de ser la segunda ciudad más grande de Andalucía con unos 150.000 habitantes. Su conquista acortaría la línea del frente y alejaría la amenaza sobre Granada. También privaría a la Armada republicana de una punta de lanza sobre el estrecho, y daría a los sublevados un excelente puerto, que facilitaría las comunicaciones con Marruecos y Mallorca.
El 13 de enero dio comienzo una ofensiva dirigida por el general Queipo de Llano, aunque el mando directo de las tropas lo ejercía el coronel Francisco Borbón y de la Torre, duque de Sevilla, el cual empezó ocupando, en tres días, la parte occidental del territorio republicano llegando hasta Marbella. Ese mismo día, la aviación franquista junto a una unidad de la Armada, bombardeaba Málaga. Además, las tropas rebeldes merodean por la zona de Gibraltar. Al día siguiente, prosiguen los bombardeos sobre Málaga y Estepona es ocupada. El 15 de enero, se anuncia la toma de San Pedro Alcántara, y en la noche del 16 llegan a Marbella. Queipo de Llano confirmó, en su alocución por radio del día 20 de enero, el bombardeo, por parte de los republicanos de Marbella y Algeciras. La prensa de los sediciosos publica el día 22 del avance de un escuadrón de Caballería hasta los atrincheramientos de Málaga. Por su parte, las tropas de la guarnición de Granada, al mando del coronel Antonio Muñoz Jiménez, tomaron Alhama el 22 de enero, mientras la capital malagueña era bombardeada, de nuevo, esa misma jornada. Los refugiados de los territorios perdidos afluían a la ciudad. El mando republicano de Málaga ni sospechó que pudiera ser el preámbulo de una campaña general, por lo que no tomó medidas al respecto, ya que no disponía de hombres y medios como para reforzar las defensas de la zona, y el gobierno de Valencia tampoco podría enviar refuerzos, ya que la carretera costera se encontraba cortada a su paso por Motril debido a unas inundaciones.
Las tropas republicanas en Málaga no se podían considerar un ejército organizado, con una mezcla de milicias de distintos partidos y sindicatos. El jefe republicano de la zona era el coronel José Eduardo Villalba Rubio, que había llegado trasladado a la plaza andaluza desde Cataluña. El coronel, contaba con el asesoramiento militar de un coronel soviético llamado Kremen, aunque era escasa la colaboración entre ellos. Tampoco la había entre Villalba y Martínez Monge, su superior y jefe del Ejército republicano del Sur, ni con el jefe del Alto Estado Mayor en Valencia, Martínez Cabrera. El diputado Cayetano Bolívar pidió refuerzos al presidente del Consejo de Ministros y ministro de la Guerra, Francisco Largo Caballero. Las tropas de Villalba se componían de milicianos de distintos partidos y sindicatos, mal armados, sin entrenamiento y totalmente indisciplinados; también había algunos guardias de asalto y escasa tropa. Además, solo contaba con 8.000 fusiles y 16 piezas de artillería. A pesar de lo cual, las milicias se mostraban confiadas en la victoria y contaban con el apoyo de los campesinos.
En lo que respecta al bando sublevado, estas comenzaron, a principios de enero de 1937, a concentrarse: al norte se situaron las fuerzas motorizadas de los camisas negras italianos, bajo el mando de Roatta, y que contaban con el apoyo de unos cien aviones de la Aviación legionaria italiana, y de la Agrupación der carros de asalto y autos blindados, germen del Corpo Truppe Volontarie (CTV). También estaban las fuerzas del Ejército del Sur, distribuidas en tres grupos: las unidades al mando de Francisco Borbón y de la Torre (duque de Sevilla), situadas junto a Estepona; otro grupo se encuentra en Ronda; y otro importante grupo se encontraba en el frente de Granada. El coronel Antonio Muñoz estaba al frente de una columna en la zona de Alhama, mientras que el coronel Basilio León Maestre, estaba al frente de la reserva. Estas fuerzas contaban con apoyo de artillería, caballería y aviación, además de tabores de regulares marroquíes. Queipo de Llano, desde Sevilla y luego a bordo de los cruceros de la flota sublevada, era el comandante en jefe de toda la operación.
El 3 de febrero dio comienzo el ataque definitivo contra Málaga, tres batallones dirigidos por el duque de Sevilla avanzaron desde Ronda, encontrando una fuerte resistencia. Dos días después, son los camisas negras, los que se lanzan al norte de la ciudad con sus medios mecanizados. En la ciudad cundió el pánico. En esas circunstancias, el avance de los sublevados continuó, con regularidad, sin encontrar demasiada resistencia. Los italianos llegaron a las cumbres de Ventas de Zafarraya la mañana del 6 de febrero; desde allí dominaban cualquier retirada que se pudiera producir por la carretera de Almería. Aunque la resistencia se fue endureciendo, incluso el italiano Roatta fue alcanzado por un disparo, una herida leve que no le hizo abandonar el mando. Ante el cariz que tomaba la situación, Villalba ordenó la evacuación al dar por perdida la ciudad. Los italianos llegaron a los suburbios de Málaga el 7 de febrero por la tarde, y al día siguiente, lo hacía las fuerzas mandadas por el duque de Sevilla. El centro de la ciudad presentaba un aspecto dantesco, ya que había sido fuertemente bombardeado, además que, durante los primeros días de la guerra los radicales y anarquistas habían arrasado el barrio de la alta burguesía, La Caleta. Sin descanso, la campaña continuó y los italianos alcanzaron Vélez-Málaga.
Los cruceros Canarias, Baleares y Almirante Cervera en poder de los sublevados disparaban con sus baterías, mientras 33 cazas Fiat junto a 34 bombarderos dominaban el cielo. Esto hizo posible el acoso a las largas columnas de civiles y milicianos que huían hacía Almería, provocando una masacre. Se calcula que fueron decenas de miles los que intentaron huir, aunque el camino era extremadamente difícil a causa de los bombardeos, además la carretera se encontraba en pésimas condiciones a la altura de Motril. A estos graves acontecimientos se les ha conocido como la masacre de la carretera Málaga-Almería o la Desbandá. Fue, sin duda, una de las mayores masacres civiles de la guerra. Se calcula que fueron más de 15.000 personas, las que emprendieron la huida, y el ejército franquista entre 3.000 y 5.000 muertos, la gran mayoría civiles. Dicha desbandada a lo largo de la carretera continuó hasta que el 14 de febrero llegaron desde Valencia la 6.ª Brigada Mixta y una parte de la XIII Brigada Internacional, que se establecieron en Albuñol, quedando estabilizado el frente hasta que finalizó la contienda. Franco ordenó a Queipo de Llano detener la ofensiva y no internarse en Almería, lo que no le sentó nada bien, ya que podrían haber conquistado Almería sin encontrar demasiada resistencia.
Queipo de Llano, ese energúmeno, en una alocuciones por radio del 9 de febrero de 1937, hizo una descripción que se define totalmente: “Una parte de nuestra aviación me comunicaba que grandes masas huían a todo correr hacia Motril. Para acompañarlos en su huida y hacerles correr más a prisa, enviamos a nuestra aviación, que les bombardeó”.
Tras la toma de Málaga, comenzó la represión más dura, en la zona sublevada, desde la toma de Badajoz en agosto de 1936. A pesar de la huida, en la ciudad quedaron miles de simpatizantes republicanos y militantes de izquierda: algunos fueron fusilados de inmediato, y el resto encarcelados, pero por poco tiempo. Muchas de las víctimas fueron fusiladas en las playas sin juicio previo, y otras lo fueron tras brevísimos a cargo del consejo de guerra establecido tras la conquista de la ciudad. El que, numerosas personalidades republicanas hubieran huido por la carretera de Almería no constituyó un problema para las nuevas autoridades, pues las represalias alcanzaron a los familiares que habían quedado en Málaga. Uno de los fiscales encargados de los procesos sumarísimos fue Carlos Arias Navarro, un joven abogado que había pasado seis meses en la cárcel. La caída de Málaga fue un duro golpe para la España republicana, además, los ministros comunistas en el Gobierno exigieron el cese del subsecretario de Guerra, el general Asensio Torrado, y su sustitución por el editor del diario socialista Claridad, Carlos de Baraibar. Desde Italia, la noticia de la intervención de las tropas italianas constituyó todo un triunfo, especialmente para el líder fascista Mussolini, aunque lo cierto es que el cuerpo expedicionario italiano tenía graves carencias que quedarían al descubierto, unas semanas más tarde, durante la Batalla de Guadalajara, donde sufrieron una rotunda derrota frente al Ejército Popular republicano.
BIBLIOGRAFÍA
Crónica de la Guerra Española de la Editorial Codex, S.A. Buenos Aires (Argentina)
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Ramón Martín