Revista Ciencia
Y eso que es muy sencillo:
Si se puede decir "a mi lado" se puede decir "al lado mío" (no al lado mía, que lado es masculino). Si no se puede decir "mi delante" no se puede decir "delante mío" ni "delante mía" y hay que decir "delante de mí". De ahí se sigue "detrás de mí", "enfrente de él" y "a la izquierda nuestra".
Si la palabra acaba en "i" o en "u" tónica, el plural se hace añadiendo "es". Así se dice jabalíes, carmesíes y menúes.
Si es objeto directo se emplea "la" o "lo", si es indirecto, "le".
Si la palabra empieza por "a" tónica, lleva el artículo "el" y puede llevar "un", pero solo esos, los demás artículos, demostrativos, etc. irán en femenino si la palabra es femenina. No digas de esa agua no beberé, está en la otra arca, es un águila pequeña, es una ánfora blanca.
En todos los países latinoamericanos dicen "lo conozco". En España, la academia hace tiempo que es indulgente y acepta "le conozco" (pero no si es a una mujer). En distintas partes prevalece el leísmo (le tengo, en lugar de lo tengo, por ejemplo, cuando se tiene un libro) o el laísmo (la regalé un costurero, dice Lorca en lugar de le regalé).
También en latinoamérica aciertan más con "esa área", cosa que ya les suena mal a muchos españoles, que dicen "ese área".
Los escritores tienden a hacer las cosas bien, con excepción, claro del "le conozco" para los españoles. Seguramente tampoco haya muchos menúes en sus obras y sí en cambio menús. Con el "delante de mí" tienen más cuidado, pero en la lengua hablada gana por abrumadora mayoría el "delante mío" o, peor, el "delante mía". Conocí una vez a un asturiano que llegaba a decir "¿no te fías mía?"
¿Cuándo hay que rendirse?