Mis compañeros de trabajo se ríen de mí cuando les hablo de las bondades de una película tan recomendable y reivindicable como La Lego película (2014), una divertidísima versión lúdica de Matrix (1999) que hace una profunda reflexión sobre el espíritu de los bloques de construcción con los que hemos crecido y por lo tanto sobre la infancia y la vida misma. En ella, uno de los puntazos es sin duda la aparición de Batman, o al menos de su versión Lego, en el mejor uso del copyright -¡Batman llega a subirse al Halcón Milenario de Han Solo!- desde ¿Quién engañó a Roger Rabbit? (1988). Este Batman no es exactamente el mismo de los videojuegos, que dieron pie a cortos animados y películas directas a vídeo, sino una parodia del caballero oscuro de la trilogía de Christopher Nolan. La popularidad del personaje ha llevado a producir este spin off, una película entera para su lucimiento.
Con la voz de Will Arnett, más de uno dirá que este Batman es más Batman que cualquier cosa que haga Ben Affleck. Dirige Chris McKay, con el pedigrí de haberse encargado de varias temporadas de la serie animada Robot Chicken (2005) de Seth Green. Detrás del guión está una historia de Seth Graham-Smith, autor de novelas paródicas como Orgullo, prejuicio y zombies (2009) y Abraham Lincoln: cazador de vampiros (2010). Por si esto fuera poco, producen los autores de La Lego Película, Chris Lord y Christopher Miller, por lo que el espíritu de aquella se mantiene. Con todos estos ingredientes, hay que decir que este spin off es, primero, un sencillo entretenimiento apto para todos los públicos. Colorido, ágil y repleto de acción, es capaz de mantener la atención de cualquier niño.Ahora bien, debajo de esta superficie encontramos un artefacto nostálgico, dirigido directamente a un espectador friki más bien maduro. Los referentes del film solo pueden ser reconocidos por auténticos fans, no solo de Batman, sino de una cultura friki que abarca varias generaciones. Así, la película funciona primero como una suma de todas las adaptaciones del caballero oscuro a la pantalla grande o televisiva. Aparecen desde los seriales en blanco y negro de los años 40, pasando por la autoparódica serie de los años sesenta, sin olvidar por supuesto a Tim Burton, Joel Schumacher, la serie animada de los 90, la trilogía de Christopher Nolan y hasta la encarnación más reciente de Ben Affleck. Este Batman de Lego tira de todo lo anterior, pero se postula sobre todo como una mezcla del desenfado pop de la serie protagonizada por Adam West y la parodia de la impostada voz ronca de Christian Bale. Así, vemos villanos tan locos como el Cabeza de Huevo que interpretó Vincent Price en los 60, metidos en secuencias de acción con el sentido del espectáculo de Nolan y una banda sonora que evoca a Hans Zimmer. Pero sobre todo, el guión se ocupa de dos elementos fundamentales en el mito del superhéroe de Gotham: el asesinato de sus padres y su enfrentamiento con el Joker (aquí con la voz de Zach Galifianakis). Sobre estos dos temas la historia propone giros interesantes: el trauma principal de Bruce Wayne es no tener una familia propia, por lo que Robin (Michael Cera) encara de frente un papel de hijo adoptivo que en los cómics se quedó siempre en el subtexto. Por cierto, nunca fue Batman tan cruel con su sidekick. Por otro lado, el motor argumental es algo tan gracioso como una venganza del Joker por el feo que le hace Batman -más chulo que nadie- al despreciar al payaso del crimen diciéndole que no es su mayor enemigo. La rivalidad entre ambos se resuelve, casi literalmente, como una historia de amor y con una hilarante referencia a Jerry Maguire (1996). Esto sería suficiente para satisfacer al friki de Batman que posiblemente esconde el padre que ha llevado a su hijo a ver esta película. Pero hay más referencias deliciosas y cuidado, que lo que cuento a continuación puede ser un spoiler. Primero, hay que hablar de otros personajes del Universo DC, empezando por Superman y las emocionantes referencias a la banda sonora de John Williams y a Marlon Brando en su papel de Jor-El. Pero además, hay guiños más oscuros a la serie animada de los años 70 de Los Súper amigos: no solo aparecen los más conocidos The Flash y Green Lantern, sino también los gemelos Zan y Jayna, Samurái, Relámpago y Perro Maravilla. Fuera de los cómics, aparecen los "malos" de múltiples épocas, que al menos a mí me han parecido citas cinéfilas muy divertidas: Lord Voldemort de la saga de Harry Potter (2001), Sauron de El Señor de los Anillos (2001), el agente Smith de la trilogía Matrix (1999), el T-Rex y los velocirraptores de Parque Jurásico (1993), los Gremlins (1984), el Kraken de Furia de Titanes (1980), el escualo de Tiburón (1975), los Daleks de Doctor Who (1963), la bruja mala y sus simios alados de El mago de Oz (1939), y hasta el gran King Kong (1933). Con homenajes tan bonitos, una vocación de entretenimiento puro y un clímax que solo es posible en un film sobre Lego, me resulta complicado pedirle más a una película.