¡Buenas a todos!
Llevo unos días sin escribir nada, pero esta semana he estado un tanto liada y no he tenido tiempo de escribir, aunque sí de leer de manera compulsiva. Si no lo he apuntado mal, desde el domingo, he terminado 4 libros: El tatuaje de las miradas, que llevaba empezado desde hace cerca de un mes. Siempre tuyo, de Daniel Glattauer, y siguiendo la dinámica, luego leí Contra el viento del norte y Cada siete olas.
Así que ayer de noche, tras terminar Cada siete olas, me apetecía alguna lectura un poco más… densa. Algo que nos dé que pensar. Y seleccioné este libro, que es el último que me queda del bloque mensual, pero que había ido relegando por falta de tiempo.
Ya había leído antes otro libro de este autor el año pasado, Año 2112. El mundo de Godal, y me gustó mucho. Este, por lo poco que he podido ver en las 30 páginas que llevo, va por el mismo camino. Os dejo el inicio, como cada viernes:
Una vez erase, un Mundo que no era “mundo”, pues su fiel compañera la Felicidad, murió víctima del rencor y la tiranía, de la injusticia y la maldad. Así, aquel Mundo se sumió de repente en una cruel desesperanza en la que nada ni nadie quiso ayudarle, y poco a poco empezó a morir también. La Vida quiso ir en su rescate, pero la Indiferencia y la Envidia se lo impidieron. Fueron meses, quizá años, de oscuridad y miseria, de sinsabores y sinrazones. Pero de repente apareció él, el Equilibrio, tendiéndole la mano y aconsejándole a seguir luchando, aliándose con un nuevo personaje, el Optimismo, el cual no estaba hecho como los demás, ya que vivía en un paraíso de fantasía y felicidad.
Suena interesante… Y vosotros, ¿Qué tenéis en mano para este fin de semana?