Atentos a Erdogán: quiere reconstruir la autoridad moral del imperio otomano, erigirse en el Califa número 100 tras Mahoma, y está tratando de obtener el apoyo de los países musulmanes del medio Oriente al amenazar a Israel con una guerra.
De las buenas relaciones históricas con el país judío, Recep Tayyip Erdogán quiere intimidarlo ahora con su armada, inmediatamente después de que un informe de la ONU declarara legítimo el asalto de hace 16 meses a la “Flotilla de la Libertad” a Gaza, en el que Israel mató a nueve activistas turcos.
La promotora de la flotilla de apariencia pacifista era una oenegé islamista turca aliada de Hamas, la organización terrorista que gobierna Gaza y que ataca diariamente con cohetes a Israel.
Los barcos eran un escaparate de la creciente reislamización de Turquía, iniciada por Erdogán en 2002 tras haber estado en la cárcel en 1998 por afirmar que los minaretes eran las bayonetas de Alá para conquistar el mundo.
Turquía es miembro de la OTAN, admitido durante el régimen laico de los herederos de Ataturk, fundador de la República en 1923, hoy derrotados por el reavivamiento islamista de Erdogán.
La guerra de un país bien armado, de 75 millones de habitantes, contra otro de 7,5 millones mejor armado aún, y aliado también de Occidente, sería terrible para los países mediterráneos, como España.
Pero Erdogán aparenta desearla, al menos verbalmente, aunque sólo sea para atraer como satélites a los países de la llamada “primavera árabe”, cada día más islamista.
Erdogán, que mata constantemente kurdos, calla ante el régimen sirio que masacra al pueblo en la frontera común, quizás esperando ampliar su influencia casi califal.
Tayyip Erdogán, el socio de Zapatero en la Alianza de Civilizaciones, podría ser un nuevo peligro para la paz.
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SALAS y los gastos.