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Benandeti: Los magos que luchaban contra las brujas

Publicado el 18 diciembre 2015 por Lidia Lidia Romero Lorenzo
Benandeti: Los magos que luchaban contra las brujas
Los llamados Benandeti -“los vagamundos”, “los que viajan”- cobraron especial protagonismo en la provincia italiana de Fiuli en los siglos XVI y XVII. Gracias a los trabajos de Carlo Ginzburg sabemos que el primer documento en el que se menciona a esta extraña orden de magos data del 21 de marzo de 1575, cuando el inquisidor de las provincias de Aquileya y Concordia recibió la comunicación de las actividades de estos iniciados que se presentaban como "magos buenos", cuya misión era enfrentarse a brujas y hechiceros - “stregoni”-.
Al parecer, los benandeti se reunían cuatro veces al año durante la noche, coincidiendo con las semanas de témporas. Sus cónclaves no eran en absoluto convencionales, dado que tenían lugar en secreto y empleaban como medio de transporte vehículos tan peculiares como conejos o gatos, sobre cuyos lomos cabalgaban in spirito. A pesar de esos detalles, ellos siempre negaron tener nada que ver con el satanismo. En sus reuniones no se profanaban elementos sacros ni se adoraba al diablo. Antes al contrario, decían ser guerreros del bien.
Mircea Eliade afirma que los benandeti usaban ramas de hinojo frente a los stregoni, los cuales se procuraban cañas de escoba para esos combates. Los primeros aseguraron en los interrogatorios inquisitoriales ser capaces de curar a las víctimas de los hechizos, y afirmaban que en las ocasiones en que salían vencedores de sus enfrentamientos durante las cuatro semanas de témporas las cosechas anuales eran abundantes, mientras que si eran derrotados se sucedían hambrunas y calamidades en aquellas regiones de Italia.
Pronto se fueron conociendo mas detalles sobre sus reuniones secretas. Decían haber sido reclutados por un ángel del cielo cuando tenían entre veinte y veinticinco años. Todos tenían algo en común, según Eliade: habían nacido con “la camisa”: es decir, envueltos en una membrana amniótica. Desde el momento en que eran reclutados recibían una iniciación de la que nada se sabe. Posteriormente, se organizaban militarmente bajo las ordenes de uno de sus miembros, que ejercía las funciones de capitán. Cuando este tocaba el tambor, todos acudían a la llamada.
Un juramento secreto los unía, y llegaron a congregarse cinco mil miembros en aquellas enigmáticas reuniones. Tenían un estandarte de armiño blanco dorado, mientras que los hechiceros hacían ondear una bandera de color amarillo con cuatro diablos pintados.
Lamentablemente para ellos, la Inquisición terminó considerándolos igualmente hechiceros. Se sabe que en 1581 dos benandeti fueron condenados por herejes a seis meses de cárcel, y a lo largo de los sesenta años posteriores los procesos contra ellos se sucedieron. La Inquisición no creyó en la existencia de los combates que ellos aseguraban mantener frente a los stregoni.
Si se observa con atención, todo parecía recrear un enfrentamiento pagano entre las fuerzas que encarnaban las distintas divinidades anteriores al cristianismo y cuyo sentimiento último tenía que ver con las cosechas, con la cultura agraria, con la tierra. Por mucho que los benandeti se esforzaran en barnizar de cristianismo sus actividades, asegurando que luchaban por la cruz, el hecho de que las batallas tuvieran lugar durante las semanas claves del calendario agrícola hace que Mircea Eliade las considere “una prolongación de una serie de escenas rituales arcaicas de competiciones y disputas entre dos grupos opuestos, destinadas a estimular las fuerzas creativas de la naturaleza y a regenerar la sociedad humana”.
LA DECLARACIÓN DE LOS CONDENADOS:
Los interrogatorios inquisitoriales llevaron a los benandeti a confesar en 1634 que no había diferencia entre ellos y los stregoni. Uno de ellos confeso haber untado su cuerpo con un ungüento, haber estado presente en uno de los sabbat que celebraban los hechiceros y les vio bailar y copular en una orgía en la que aseguró no haber tomado parte. Diez años después, otro acusado describió con minuciosidad al diablo, añadiendo que le había entregado su alma. Además, redondeó su declaración culpabilizandose de la muerte de cuatro niños. No obstante, posteriormente se retractó y dijo que no pertenencia ni a los benandeti ni a los stregoni, pero para entonces ya era tarde. A la Inquisición le gustaba más la primera versión.
Fuente del texto: Revista Enigmas Nº 241
Fuente de la imagen: Revista Enigmas Nº 241

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