Revista Medio Ambiente
Alfaque, Cancho, Cabaña, Camarín y La Higuerita son los nombres de cinco cuevas que salpican la geografía municipal de Benaoján.
En ellas la naturaleza obró el milagro de encerrarlas para siempre entre paredes rocosas, ocultarlas y oscurecerlas, condenándolas al silencio y a la soledad de no haber sido por el hombre que acabó descubriéndolas.
Hay más, muchas más. Incluso algunos investigadores no descartan la posibilidad de que con el tiempo aparezcan otras, cuando la naturaleza mueva los pedregales que conforman la abrupta orografía de esta esquina de la provincia de Málaga.
Por este paisaje de relieves accidentados, de cerros kársticos y envalentonados, Benaoján constituye una originalidad de color blanco, donde se ha conservado la arquitectura tradicional heredada desde tiempos de la civilización andalusí. Su nombre sigue constituyendo un enigma.
Unos creen que Benaoján procede de la unión de las palabras 'hijos de Oján', que hace referencia a una tribu bereber que presumiblemente se instaló en estas rugosas tierras allá por el siglo X. Otros, por el contrario, piensan que la palabra significa sencillamente casa del panadero. (El Mundo)