Me parece que no soy la única. Hablando con amigos y familia, estos días las hemerotecas personales están más concurridas que nunca. Recurrimos a los recuerdos antiguos, supuestamente porque nuestra memoria no está fabricando nuevo material. Supongo que es un mecanismo natural llamar a la puerta del pasado, para reencontrarnos con momentos, lugares y personas que llevaban tiempo soterrados bajo el manto del olvido. No obstante, estos días de noticias efímeras y de verdades que se convierten en mentiras en un santiamén, me ha dado por buscar en la hemeroteca universal. Dada la situación actual, recurrir a noticias que ya han sido superadas y ver cuáles fueron las consecuencias de las mismas quizá sirva para dar una falsa sensación de control, puede que de esperanza. Así que, navegando por un conocido diario digital español, decidí buscar los sucesos más importantes de alguna fecha clave en mi vida. El 16 de marzo de 2003 cambió mi destino y el de mi familia para siempre, ya que aquel fue el día que abandonamos nuestro hogar para comenzar de cero en un nuevo país. Poner pie en aquella tierra prometida marcaría sin duda un hito personal en un período de la historia contemporánea ya de por sí convulso. Entre lo más destacado, me sorprendió recordar a aquellos miles de españoles que salían a las calles a manifestarse en contra de la resolución del gobierno de apoyar la guerra de Irak. Es sobrecogedor pensar que un año después, España sufriría el ataque terrorista más cruento de su historia. Verlo desde este presente irrefutable me dio una extraña sensación de poder, de clarividencia en retrospectiva que sirve para entender el magnetismo devastador que una decisión política puede tener. Saber del mal antes de que pase, ojalá haber tenido la misma suerte entonces.
Si bien recordar este hecho conlleva un inevitable dolor, también se ha despertado en mí una especie de irracionalidad supersticiosa al comprobar que en esa misma fecha, OJO con lo que viene, la OMS alertaba de una extraña neumonía asiática que ya se había cobrado nueve muertos en distintos países. Leer la noticia es tan contradictorio como tener un flashback en el presente, una premonición escalofriante con vistas al hoy. Los síntomas, las medidas de precaución, la procedencia del virus y el relato en sí mismo te hacen pensar que debe de haber habido un fallo en la matrix de la hemeroteca. Por suerte, para nuestros yos del 2003 aquello quedó en un susto, en una anécdota pasajera que posiblemente muchos ni recuerden a día de hoy. Ya se encargaría el destino de escoger otro momento y otro tiempo, jugando como siempre a su antojo con las piezas de nuestra existencia. En cualquier caso, revisar la hemeroteca produce sentimientos inesperados. Como digo, es una falsa forma de control, porque lo vemos ahora todo en perspectiva, sabedores de lo que pasaría a continuación. Es una forma de reflexionar sobre lo que fuimos, lo que pudimos ser, de recordar lo que se hizo bien o mal, pero especialmente de comprobar que hemos estado ya otras veces pendiendo de un hilo, viviendo acontecimientos aterradores y tranquilizadores a la vez. Ahora me muero de curiosidad por saber cómo serán las hemerotecas del futuro, cuando lo del coronavirus no sea más que eso: una noticia del pasado.