Sobre Benedetti, pues toca volver a atrás y reconstruir el camino dejando la dulzura del perjuicio a un lado. Aprender lo aprendido. «¡El olvido es la perdición de los hombres!», exclamaba el mago Merlín. El poema Abrigo ha estado rebotando en el frontón de mi cabeza durante días, devolviéndome la infancia, los gruesos dedos de mi madre cuando íbamos al colegio, pues en una familia numerosa las madres siguen teniendo sólo dos manos.
AbrigoCuando solo era un niño estupefacto
viví durante años allá en Colón
en un casi tugurio de latas.
Fue una época más bien miserable.
Pero nunca después
Me sentí tan a salvo, tan al abrigo
como cuando empezaba a dormirme
bajo la colcha de retazos
y la lluvia poderosa cantaba
sobre el techo de zinc.