Hoy no voy a hablar del Gobierno. Tampoco de su nefasta política de austeridad para con el prójimo, sobre todo cuando el prójimo es débil, ni de la reforma laboral que rellena de personas sin empleo las grietas del sistema, ni de los recortes en Sanidad, que no cesan y que me ponen enferma. Al menos no lo voy a hacer directamente. Voy a hablar de una iniciativa emprendida por Down Catalunya llamada Bequem per la inclusió (Bequemos por la inclusión), una campaña de microdonativos para ayudar a las familias sin recursos como consecuencia de los recortes en ayuda a la dependencia y de los retrasos en el pago de las subvenciones públicas. Según la principal plataforma de apoyo a las personas con discapacidad intelectual, Dincat, la Generalitat de Catalunya adeuda a sus asociaciones 53 millones de euros, correspondientes a parte de 2011 y todo 2012. Una roca que cae a peso en el ya difícil camino de la inclusión social de las personas discapacitadas.
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El objetivo es recaudar 12.000 euros, que servirán para que los niños y niñas con discapacidad que van a la escuela ordinaria continúen participando en alguno de los programas de apoyo escolar de las entidades. Al igual que en la vida, queda todavía mucho camino por hacer. De ese dinero, ya se han recaudado 746 euros. “Todavía son pocas las personas que han puesto su grano de arena, aunque las aportaciones individuales han sido importantes”, explican desde Down Catalunya.
Down Catalunya es una entidad que ayuda a las personas con síndrome de Down a integrarse en la sociedad como ciudadanos de pleno derecho que son. La crisis, los recortes, convierten esta integración en una carrera de obstáculos y, si ya es difícil para una persona con plenas capacidades intelectuales, no hace falta mucho para hacerse una idea de la dificultad añadida que supone una discapacidad. Bequem per la inclusió es solo un paso adelante de la sociedad, una sociedad que, pese a todo, avanza en solidaridad para ganar esta (no lo olvidemos) guerra en la que nadie debe quedar rezagado. Esta iniciativa me provoca una reflexión: ¿quiénes son realmente los discapacitados? ¿Son aquellos que recortan de lo necesario y destruyen lo conseguido hasta ahora, excluyendo y excluyéndose de ese modo ellos mismos del sentir de los ciudadanos o los que agudizan la imaginación y toman la iniciativa para paliar el desastre?