Revista Cultura y Ocio

Berberian Sound Studio de Peter Strickland. Deleite para cinéfilos

Publicado el 25 marzo 2014 por María Bertoni

Berberian Sound Studio de Peter Strickland. Deleite para cinéfilosLa esperada (incluso reclamadaBerberian Sound Studio ¡por fin! desembarcará pasado mañana en nuestras salas. Cuando revelaron que la excelente película de Peter Strickland había ganado la competencia internacional del 15° BAFICI, los voceros del festival de cine independiente prometieron “para más adelante (…) una semana de exhibición en dos de los complejos Village Cines, incluido el de Recoleta”. Desde aquel 20 de abril de 2013, los cinéfilos transitamos con estoicismo el desencanto que provocó la demora de casi un año, atravesada por algunos anuncios fallidos. De ahí la alegría indisimulable, hoy, a dos días del celebrado estreno porteño.

El papel protagónico acordado al siempre versátil Toby Jones es la razón principal por la que más de un espectador se le animará a un largometraje de título tan críptico como Berberian Sound Studio, encima escrito y dirigido por un perfecto desconocido. Sin dudas la apuesta vale la pena porque, además de auspiciar un feliz reencuentro con el admirado actor inglés, permite descubrir un film absolutamente fuera de lo común.

El nombre de Peter Strickland quedará grabado en nuestra memoria como el autor de una originalísima oda al cine: al género de terror por un lado, y por otro lado a una pieza poco mencionada cuando se compara la realización de una película con el armado de un rompecabezas.

De hecho, la mezcla de sonido es la gran homenajeada en este thriller psi ambientado en un estudio de grabación italiano a cargo de la post-producción de un film hardcore. Los espectadores no vemos ninguna imagen de The equestrian vortex, y sin embargo asistir al proceso de sonorización perturba tanto o más que el contenido presuntamente pornográfico, violento, sangriento de las escenas que debe editar el inocente Gilderoy.

Jones brilla en la piel de este bocatto di cardinale para un director medio mefistofélico, un productor experto en bullying, una secretaria que exuda desprecio y una actriz con ánimo de venganza. Como él, nosotros también nos convertimos en víctimas de esta italianidad perversona, de un ambiente claustrofóbico (la mayor parte de la acción se desarrolla en el estudio de grabación; no hay una sola escena filmada en exteriores) y del incontrolable poder sugestivo que emana de los trucos utilizados para darles dimensión sonora a las torturas que sufren las brujas protagonistas del film de Santino.

Valga la insistencia, no podemos ver una sola imagen de The equestrian vortex. En cambio sí asistimos a la masacre de frutas y verduras (sandías apuñaladas, rabanitos descabezados, zapallos destripados, lechugas pisoteadas) y a la resistencia de Gilderoy a rociar con agua una superficie incandescente (en defensa de mujeres quemadas vivas).

Hasta el doblaje de los actores se convierte en recurso al servicio de la sugestión y de una vuelta de tuerca narrativa con irónico sentido del humor. El pobre Gilderoy también sufre por este lado; en parte nosotros también.

El jurado oficial de la 15° BAFICI distinguió a Berberian Sound Studio como la mejor película de la competencia internacional oficial. Por su parte la Asociación Argentina de Autores de Fotografía Cinematográfica (ADF) premió al director de fotografía Nic Knowland “por la solidez en la obtención de climas que acompañan la evolución dramática del relato y en especial por el aprovechamiento de las herramientas ofrecidas por el contexto de la puesta en escena”.

He aquí dos motivos más para ver esta película de título críptico, indudable deleite para cinéfilos.


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