Revista Arte

Bernardí Roig. Apropiaciones y obsesiones

Por Lparmino @lparmino

Bernardí Roig. Apropiaciones y obsesiones

Prácticas para ocultar un cuerpo (el cadáver), 2009, Bernardí Roig
Fundación Lázaro Galdiano

No es extraño que el arte actual revise y medite en torno al pasado, a sus logros y conquistas para llevar a cabo una reinterpretación desde una óptica contemporánea y, muchas veces, presuntamente novedosa. De la misma manera, parece que en los últimos tiempos ha triunfado una moda que pretende desacralizar determinados espacios para pervertir su significado trasmutando la esencia de antiguos templos de la cultura y el saber para convertirlos en santuarios de la cultura más actual, con mayor o menor acierto según los protagonistas o dependiendo de las tramoyas y escenografías empleadas. La Fundación Lázaro Galdiano de Madrid, desde el 25 de enero hasta el 20 de mayo de 2013, ha decidido apuntarse a esta nueva tendencia y ha reconvertido sus espacios tradicionales, incluso los no accesibles al público hasta el momento, para mostrar El coleccionista de obsesiones, la última apuesta expositiva del artista Bernardí Roig.
 

Bernardí Roig. Apropiaciones y obsesiones

Prácticas para la infidelidad (Melancolía II), 2012, Bernardí Roig
Fundación Lázaro Galdiano

Bernardí Roig es un nombre fuerte dentro del panorama artístico contemporáneo español. Se insiste hasta la saciedad en su diversidad de registros compaginada con una “intensa unidad estética”. Y en cierto modo, esas formas humanas en exceso blancas y cegadoras, de rostros y gestos muchas veces desconcertados y desconcertantes, se han convertido en seña y santo de Roig y de su peculiar universo creativo. Figuras muchas veces ilógicas, de extrañas actitudes ocupando de una forma poderosa el espacio hasta convertirlo en algo propio, llegando a incomodar al visitante al que obliga a plantearse su papel ante lo que está viendo como espectador, convirtiéndole en protagonista de un complejo mundo estético excesivamente intelectualizado.
Bernardí Roig ha decidido establecer un complejo diálogo con el espacio previsto por la Fundación Lázaro Galdiano. Y para ello, no ha dudado en ocupar escenarios antes restringidos tanto para la exposición de obras como para el acceso del público. En la sala donde se custodian las armaduras celosamente coleccionadas y adquiridas por José Lázaro (padre mentor de la institución), Roig ha decidido situar un molde de escultura estableciendo un símil entre los espacios que debían estar cubiertos por la presencia humana.

Bernardí Roig. Apropiaciones y obsesiones

Prácticas para ocupar el jardín de la FLG, 2012, Bernardí Roig
Fundación Lázaro Galdiano

No es la primera vez que Bernardí Roig actúa sobre uno de estos espacios. Ya en su momento participó en una exposición que tuvo lugar en la catedral de Burgos en la cuarta edición de Siglo XXI: arte en la catedral (2008), junto con Marina Núñez. Algo parecido sucedió en Palma de Mallorca cuando en 2012 contó con la colaboración de más de mil setecientos extras que participaron en Faces Project. En esta ocasión, estos figurantes prestaron a Roig sus rostros, deformados en exageradas muecas, para una arriesgada y novedosa intervención en la Lonja gótica de la capital mallorquina. El artista mallorquín deseaba hacer una relectura y una interpretación de un personaje enigmático y oscuro, el germano Franz Xaver Messerschmidt, escultor barroco del siglo XVIII que precisamente se caracterizaba por la gestualidad excesiva e inquietante de los rostros de sus obras. Esta vuelta al pasado constituye, precisamente, una constante en las producciones de Bernardí Roig. En todas sus últimas intervenciones se percibe con claridad meridiana el influjo del pasado, de un arte ya hecho pero que él reinventa hasta lograr la originalidad plena frente a la fuente de la que bebe. Como afirmaba Carlos Jiménez en relación con una exposición de Roig en Salamanca (La angustia de las influencias) y referido a la posible asimilación de Juan Muñoz, el mallorquín utiliza esas imágenes del pasado para “componer una obra que todavía pretende ser personal y no puramente episódica” (El País, 6 de mayo de 2006).
Bernardí Rig, convertido en compendio de modernidad donde tiene cabida todo lo más actual en cuanto a lo estético y sus más distintas variantes, ocupa un espacio poco habitual para la contemplación del visitante. Su obra, meditada y concienzuda, se destina a generar ese incómodo diálogo que debe nutrir cualquier forma artística.
Luis Pérez Armiño

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