Según la lista de Los 100 de Michael H. Hart, el Top 5 de líderes de la historia de la humanidad, de manera ordenada, es el siguiente: Mahoma, Isaac Newton, Jesucristo, Buda y Confucio. Por su parte, la revista Time cada año nos trae su propia lista de personajes más influyentes, contando este año 2014 con personalidades tan variopintas como Beyoncé, el Papa Francisco, Kim Jong Un, Robert Redford o Malala Yousafzai.
De izquierda a derecha: Isaac Newton, Beyoncé, Jesucristo y Malala Yousafzai.
Algunos de los arriba nombrados cuentan con cargos políticos o religiosos. Otros, fueron grandes pioneros. Y otros, simplemente, son guapos y famosos. No obstante, todos pueden considerarse líderes.
Y estos líderes, ¿nacen o se hacen? ¿Por qué nos gustan más unos que otros? ¿Qué podrían tener en común el Papa Francisco y Robert Redford?
Los seres humanos, como ya sabemos, se desarrollan en diferentes contextos, todos ellos compuestos por otros seres humanos. Es decir, formamos parte de distintos grupos a lo largo de toda nuestra vida y dentro de estos grupos pueden aparecer ciertos individuos con características un tanto especiales que conocemos como líderes.
El líder y el liderazgo – ¿Se nace o se hace?
La primera definición que nos aporta el diccionario de la Real Academia Española señala que el líder es aquella persona “a la que un grupo sigue, reconociéndola como jefe u orientadora”. En inglés, el verbo “to lead” significa dirigir, guiar. El líder es, en efecto, aquel que dirige y guía al grupo. En este sentido, el liderazgo es la habilidad personal del individuo-líder para ejercer su influencia sobre sus seguidores y lograr que éstos lleven a cabo voluntariamente una amplia variedad de tareas, ya sea ir a misa los domingos, pasar dos días acampando para un concierto, o luchar por los derechos humanos.
El tipo de persona que ejerce una posición de liderazgo está determinado no sólo por sus cualidades personales, sino también por las circunstancias, los objetivos que se busca cumplir y las características de los propios seguidores. Esto es, aunque algunas personas estén más predispuestas a surgir como líderes que otras, cualquier individuo podría aprender a liderar grupos; la conducta de liderar sería más una habilidad (que se aprende) que una capacidad humana (con la que se nace).
Estilos para liderar – ¿Cómo se hace?
A raíz de los estudios de Lewin y colaboradores a finales de los años 30, se propuso el actual modelo clásico de clasificar la manera de liderar grupos, donde se distingue tres estilos de liderazgo fundamentales:
- Estilo autocrático – “Vosotros haréis esto y aquello”: El líder tiene todo el poder de decisión y el grupo está estructurado de manera rígida en un sistema jerárquico. El liderazgo establecido se basa en normas estrictas, fuerte control de disciplina y dirección firme.
- Estilo democrático – “Vosotros podéis hacer esto y aquello”: El líder hace uso de procedimientos parlamentarios donde todos los miembros del grupo intervienen en la toma de decisiones. Estos miembros tienen una posición parecida o de igualdad, con una comunicación horizontal, de igual a igual. De este estilo derivan dos subtipos: el carismático, basado en el carisma, en la capacidad del líder de hacer llegar a los demás sus valores, su forma de pensar y actuar; y el persuasivo, basado en la capacidad de convencer e influir, más o menos sutilmente, a los demás miembros.
- Estilo permisivo – “Vosotros haréis lo que decidáis hacer”: También podría denominarse estilo del no-líder, ya que éste no participa en la ejecución de las tareas, ni realiza controles de la actuación del grupo, sino que facilita la información básica para la toma de decisiones y deja al grupo hacer y deshacer.
“Aquel que menos lidera, ¡lidera mejor!” // © Volckmann & Hill.
Numerosas investigaciones han puesto de manifiesto, como cabría esperar, que el estilo democrático es el más eficaz de los tres mencionados, especialmente a largo plazo, ya que aumenta el nivel de producción grupal al mismo tiempo que asegura y mantiene la satisfacción de sus miembros, así como potencia un trabajo más original y creativo, debido a la posibilidad de participar y aportar ideas libre y activamente. En resumen, parece ser que el verdadero “buen líder” es aquel que muestra actitudes democráticas, informales, carismáticas y persuasivas, ya que influyen positivamente en el desarrollo grupal tanto a nivel productivo como humano.
El liderazgo transformacional
Investigaciones recientes van un paso más allá y proponen también como rasgo fundamental en el “buen líder” el empowerment o empoderamiento, proceso por el que dicho líder facilita que sus seguidores adquieran poderes propios. Este proceso de empoderamiento se enmarca dentro del denominado liderazgo transformacional, que se basa en facilitar cambios actitudinales significativos en los miembros del grupo y crear un compromiso grupal en relación con los objetivos compartidos. En otras palabras, la principal función de este tipo de líder es la de generar agentes de cambio, mediante la estimulación intelectual creativa y la motivación inspiradora de retos. Estos líderes son capaces de transmitir un sentimiento de misión, estimular experiencias de aprendizaje y fomentar nuevas formas de pensamiento grupal.
Y es que no basta con ocupar un alto cargo en una empresa, o que te llamen “Su Real Majestad” o “Señor Presidente”, o que salgas en televisión en pleno prime-time. Liderar no es sólo ser líder, sino ser miembro y, sobre todo, ser grupo.
“No se trata de una personalidad magnética, eso puede ser sólo facilidad de palabra. Tampoco de hacer amigos o influir sobre las personas, eso es adulación. El liderazgo es lograr que las miradas apunten más alto, que la actuación de la gente alcance el estándar de su potencial y que la construcción de personalidades supere sus limitaciones personales.” – Peter Drucker.
Julia T.
Referencias
Goleman, D. (2013). Liderazgo: El poder de la inteligencia emocional. Barcelona: Ediciones Barataria.
Infante, E. (2003). La tarea de liderar grupos. En M. Marín y M.A. Garrido (Ed.), El grupo desde la perspectiva psicosocial. Conceptos Básicos. Madrid: Pirámide.
Lewin, K. (1950). The consequences of an authoritarian and democratic leadership. En A. W. Goudner (Ed.),Studies in Leadership. Nueva York: Harper & Row.
Lewin, K. y Lippitt, R. (1938). An experimental approach to the study of autocracy and democracy: A preliminary note. Sociometry, 1, 292-300.