Revista Viajes

Bicicleteando por los alrededores del lago Inle

Por Worlding8

Hemos empezado el día con un delicioso y enérgico desayuno en el hotel, nada más y nada menos que: café con leche, tortilla, 4 tostadas con mantequilla y mermelada, 2 plátanos y un zumo de naranja. Tiene que venirnos a buscar el señor del bote, dijo a las 7'30h pero son las 8'30h y sigue sin venir. El señor del hotel nos pide disculpas porque le sabe mal lo ocurrido aunque él no tiene ni la más mínima culpa, pobrecito.

Para no perder más tiempo sabiendo que ya vamos tarde para cualquier otro bote nos vamos en busca de nuestras bicicletas de alquiler. Decidimos ir al señor tan simpático que tenemos cerca del hotel.

Empezamos la ruta yendo hacia las hot springs a darnos un bañito. El camino se hace un poco pesado sobretodo las cuestas arriba con esta bicicleta tan guay que nos han alquilado, aunque las mágicas vistas lo arreglan todo. Campos enormes con casas de madera y nipa rodeando los bordes de los canales salientes del lago y señoras con niños regalándote su mayor sonrisa en las puertas de su casa - mingguhlaba!

En tres cuartos de hora nos plantamos en las hot springs. Un grupo de jóvenes nos lo confirman chillando -¡Hot springs here!- una y otra vez. Entramos a lo que parece más un pedazo de spa que lo que representa que es. Preguntamos por el precio y nos enseñan el recinto. Finalmente decidimos abandonar el lugar sin disfrutarlo, no nos convence y salimos de nuevo a la carretera.

Aparecen por nuestro camino un montón de mujeres cargando piedras con cestas en su cabeza. Pasamos muy lentos para descubrir qué están haciendo y enseguida vemos la apisonadora ¡Están construyendo la carretera! El alquitrán lo tienen en bidones los cuales abren tumbados encima de un gran fuego y a través de un agujero en el centro del bidón extraen el alquitrán hirviendo para depositarlo en la carretera. La forma de colocarlo es a través de dos mujeres sujetando un palo y en medio otro hierro cargado de alquitrán líquido, lleno de agujeros, por donde se va dosificando la salida plasmándolo en el suelo. Nos sorprende, quizás porque no estamos acostumbrados a éste tipo de imágenes, ver a las mujeres cargadas y trabajando duro y el único hombre sentado conduciendo la apisonadora. Además 100 metros antes habían como 15 hombres debajo de la sombra de un árbol con sus motos avisando a cualquier individuo que las hot springs están ahí enfrente.

Continuamos un poco más y nos encontramos con la entrada del Inno Ancient Pagodas. Aprovechamos para sentarnos un poquito a la sombra tomando un café con el hombre majo del bar y su par de jóvenes hijos. De repente veo que algo se mueve en la hierba ¡Es un perrito! Pero no queda aquí la cosa, resulta que son 8! Ya veo que la cosa va para largo. Nos divertimos un buen rato con ellos y el señor que se ríe al vernos a nosotros jugar con los cachorros. Alguno de ellos es muy travieso. A todo esto, el señor nos pone té y unas pastas pequeñas tipo churro pero más duras. Nos despedimos del amable hombre, sus hijos y los traviesos cachorros.

Si continuáramos recto daríamos con el lago que es donde habitualmente la demás gente que hace la misma ruta ya marcada en bici sube las bicicletas a un bote y cruzan el lago. Pero nosotros, que echamos de menos nuestras rutas en bici por la montaña, aunque para nada es lo mismo sin nuestras bicis, decidimos volvernos hacia Naungshwe.

Nos volvemos a encontrar con las señoras currantes y los chicos bajo la sombra. Pasamos por un colegio donde los niños están en el patio. Como estudiante de profesora que soy no he podido evitar pararme a observarlos. En nada y menos teníamos a 4 renacuajos saltando y tonteando enfrente nuestro mientras nos envían alguna sonrisa traviesa enterados de nuestra presencia. Tengo que quedarme hasta que entran de nuevo en sus clases.

Por ésta escuela entra un camino que nos hace meternos por él a inspeccionar. El camino cada vez se hace más estrecho. Pasamos por un par de casas donde nos esperaba un nuevo mingguhlaba de sus habitantes. Pasamos por un enorme campo donde hay 3 telas rojas suspendidas por 4 palos que las mujeres usan para resguardarse del sol. Otra sonrisa y un mingguhlaba de vuelta. Aquí, el camino acaba y empieza el agua que difícilmente se aprecia con tanta planta acuática. No sabemos que hacer, con la bici no tenemos opción de pasar y vemos que una mujer se acerca a nosotros. Nos paramos para que pueda pasar y después girar nosotros. La señora se mete en el pequeño bote de madera atrapado entre plantas y agua y nos hace con la mano el gesto de que fuéramos con ella con una sonrisa. Nos sabemos que decirle estamos pasmados, pero ella insiste con una sonrisa de oreja a oreja y soltamos la bici corriendo y nos sentamos en su pequeño bote.

No sabemos donde querrá llevarnos y empieza a remar con nosotros flipando. La señora no para de reír al ver nuestra alegría. El bote es tan bajo que parece que el agua tenga de entrar en cualquier momento. Rema pegada a las hierbas dándole al agua y a las plantas para empujarse. Llegamos a las casas flotantes y le preguntamos si ella vive allí -sí- nos contesta con un gesto. Todos sus vecinos salen por las ventanas. Algunos nos saludan sonrientes, otros se esconden y ella va hablando con todos ellos entre risas. Se ven muy extrañados de nuestra presencia mientras que ella parece estar orgullosa de su exhibición. La sensación de habernos metido dentro de un poblado nos llena de ilusión pues son esa clase de cosas que se buscan en un viaje como el nuestro. Antes de despedirnos le damos las gracias y nos hacemos un selfie con ella ¡Nos ha regalado una bonita experiencia!

Cogemos nuestras bicis pasando de nuevo por la puerta del colegio y Albert levanta la rueda de la bici delante de los niños que están saliendo de ella causando un furor general. Los niños empiezan a gritar alucinados y le pido a Albert que lo vuelva a hacer. Lo hace 4 veces y los niños cada vez están más exaltados. Muertos de la risa continuamos sin parar hasta el pueblo. Aprovecharemos para comer y cargar cámaras para salir de nuevo por el otro lado del lago.

Elegimos un restaurante que ayer por la noche vimos llenísimo haber si es que ofrecen algo muy bueno, bonito barato, pero no es así. Bueno sí, bonito también, barato del todo no. Albert se zampa un arroz con verduras y yo una ensalada de patata buenísima. Y aunque quisiera ponerme a dormir hasta mañana por el dolor de piernas, cansancio y calor, podemos decir que ya estamos listos para volver a salir.

Continuamos nuestro camino saliendo por el otro lado del lago con el objetivo de llegar hasta el Forest Monastery. Pasamos varios colegios más parando unos segundos en alguno de ellos a observar. Pasamos por alguna que otra edi en medio del camino y por algún trozo de camino casi intransitable con tanto agujero. Mi culo ya no puede más, ni mis brazos. Ésta bici y ésta carretera mata a cualquiera y empiezo a pensar que habría sido lo mejor haber pagado por la dichosa barca y no hacer el doble de camino que todo el mundo. Por suerte nos encontramos con una pareja que vienen del monasterio y nos dicen que ya falta poco. Bueno poco, que al final acaba siendo relativo porque a mi me sigue pareciendo una eternidad. z

Finalmente llegamos al cruce del camino y un chico, que debe haber visto el agotamiento en mi cara, me pregunta si quiero dejar la bici abajo y subir en moto con él. Muy orgullosa y por no querer soltar un duro le digo que no que subiré con la bici ¡Porqué lo habré dicho! La subida en otro momento sería pan y agua pero en éste momento con mi cansancio acumulado se me hace verdaderamente difícil aunque la estemos subiendo andando con la bici, suerte que Albert acaba ayudándome y me coge la bici. El último trozo lo hacemos andando (sin la bici) y por fin llegamos a lo que es el Forest Monastery, o más bien dicho, la zedi dorada y alguna que otra casita donde deberían vivir los haciendo el doble de camino de lo normal) es por las vistas al lago desde aquí arriba.

Bajamos a toda máquina, esto ya no cuesta tanto, y continuamos casi sin parar hasta la Red Mountain winery. Se trata de una vinería que tiene un bonito edificio donde tomarte un vino observando las preciosas vistas del lago al atardecer. Preguntamos cuanto cuesta - el vaso unos 3 o 4 dólares y 2 dólares un taste-. Decidimos ahorrarnos el vino y vamos flechados hasta el súper del pueblo a buscar nuestra Mandalay Beer fresquita.

Estamos molidos después de tanto tiempo sin un tute de este tamaño. Lo máximo que hacemos es salir más tarde a cenar al local de al lado del hotel y descansamos. Mañana por fin toca excursión por el lago y la hemos cogido con Tour Advisor.

INFO.ÚTIL

*Alquiler bicicleta 1000 kyats (Tour Advisor).

*Cruzar el lago con la bici en el bote cuesta 7 dólares.

*La entrada de las Hot Springs son 13 dólares 2 horas para las 3 piscinas pequeñas y 7 dólares 1 hora para la piscina normal grande. También ofrecen kits de spa.

*Por todo el camino encontrarás garrafas de agua con su grifo para rellenar tu agua como en cualquier parte de Myanmar así que no sufras.

*Por el camino entre la winery y el monasterio hay un orfanato el cual se puede visitar.


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