Con un 26 por ciento de desempleo, anunciar la recuperación, como se ha estado oyendo en las últimas semanas, parece más un acto electoralista que encumbra el triunfalismo por encima de cualquier estadística que una lectura objetiva de la situación. No tiene otra explicación que la de evitar un estallido social y propiciar una tibia y resignada espera.
Esto es lo que estamos oyendo día tras día por boca del gabinete de Mariano Rajoy. Solo los grandes banqueros y ellos lo aseguran: a las filas de Rajoy les debe ir bien y sus expectativas deben ser buenas. Permanecerán en el Gobierno un par de años más y, en el peor de los escenarios, pasarán a formar parte del consejo de administración de una de las muchas grandes empresas que viven ajenas a sus medidas dado que enjuagan sus pérdidas aquí con ganancias fuera de nuestras fronteras. Eso explica que los 20 españoles más ricos tengan el mismo dinero que el 20% más pobre de la población.
Esperar que transcurran estos dos años sin hacer nada no es la solución, es el problema. No lo es, sobre todo, para lo que queda de clase media para abajo. Pero las calles se llenan de ciudadanos que antes transitaban por la cuerda floja de esa clase media, garante de una democracia sana, caídos durante un vendaval de cinco años, sin red, sin que los agentes sociales ni el Gobierno hayan hecho nada que no sea cerrar puertas.Hasta los líderes mundiales reunidos en Davos advierten de los peligros de la desigualdad. Peligro para los ricos y poderosos, pero oportunidad para los nuevos desarrapados, náufragos en la tormenta que, perdido el mástil, a duras penas mantienen el rumbo. Lo cierto es que todos nos estamos convirtiendo en una suerte (mala) de neopobres: no solo porque los ingresos salariales hayan caído en España al nivel de 2003, desplomando el consumo y el ahorro, sino porque nos medimos con gigantes, grandes empresas cuyas rentas han crecido el 28,9 por ciento a finales de 2013 respecto a un año antes, según datos del Instituto Nacional de Estadística.
Sin embargo, las empresas del Íbex 35 ganaron 20.070,11 millones de euros hasta septiembre pasado, el 13,63% más que en el mismo periodo de 2012. Davos ya ha advertido y de poco sirve echar las campanas al vuelo para engañar a una sociedad aturdida por el pánico a perder más todavía, más sanidad, más educación, que son las que construyen dignidad.