Bienvenida, primavera

Hace tan sólo unas pocas horas que ha entrado la primavera, una estación que ya sólo alimenta las esperanzas de los comercios. Y es que cambia la estación, pero no el panorama, ni las perspectivas que parece que sólo van a ir a peor. En este estado de cosas, deprimidas, ausentes, inermes con la mirada perdida en un horizonte que se desdibuja, extraño, hay una buena noticia que sobresale entre el resto como una flor valiente que se atreve a despuntar pese al frío de la mañana que recuerda tanto al invierno que se va con el rabo entre las piernas. Dos bebés siamesas han sido separadas en el hospital Vall d’Hebron de Barcelona en una operación de alto riesgo. La sonrisa, los ojos brillantes de la madre parecían 3D en la pantalla plana de televisión y tanta era su expresividad y su alegría que desbordó el marco y se desparramó por toda la sala.

Para que esto suceda cada día que sea necesario es importante no olvidar. No olvidar que aún estamos en invierno, aunque oficialmente haya entrado la primavera, pero que antes de ese invierno, hubo un verano y otra primavera anterior, donde lo público éramos todos y de todos, donde reinaba el principio de solidaridad y de equilibrio. Por eso es importante que no nos lo quiten, que no intenten alquilarnos por horas algo que era nuestro siempre, por derecho, porque lo pagamos entre todos. Por eso es importante que, pese a que aún hace frío, llegue la primavera y con ella, un viento que barra las miserias interiores y la ignorancia de quienes ven un mal necesario en lo que simplemente es mal sin adjetivos. Bienvenida, primavera.