claramente me desequilibrio,
fugazmente me aterro,
contra el vacío voy desenvainando espadas,
contra la nada desovillo un hilo
pobre, triste y amarillo de cordura.
Como si hubiera dos en mí
me contemplo desde el insomnio
y me veo allí, sin poder dormir,
y me veo fumando y muriendo un poco.
Pero yo soy aquel del humo,
soy yo quien resucita
loco y desdoblado,
delirante y cautivo,
de ese otro yo mi carcelero.
Como si hubiera dos en mí
comprendo el mundo
y el mundo soy yo, el otro,
y ambos somos incomprensibles.
Antonio Lorente