Revista Cine

“Big eyes”: Comerciar con la verdad y con las emociones

Publicado el 01 enero 2015 por La Mirada De Ulises

[6/10]   A primera visa, parece que Tim Burton mira a la realidad al llevar a la pantalla una historia basada en hechos sucedidos a finales de los años cincuenta. Sin embargo, “Big eyes” conserva todo el esperpento, toda la exageración y toda la melancolía que respiran cada una de sus películas. Aquí nos presenta la historia del engaño comercial, de la extorsión matrimonial y del fraude artístico de un pícaro sin escrúpulos que se aprovechó de su ingenua esposa para aumentar su tren de vida. Walter y Margaret responden al mismo apellido Keane, pero no podíamos encontrar sensibilidades y mentalidades tan dispares: sinceridad e intimismo frente a mentira y superficialidad, y sentido creativo frente a explotación consumista. Nada que ver el uno con el otro, que son como la pincelada delicada y el brochazo grueso en la pintura. ¿Qué se supone que debe ser una obra artística? ¿Es parte de uno mismo o espejo de la sociedad? ¿Es reflejo de las propias experiencias y de un mundo al que se ha dado vueltas? ¿Es artístico lo que conmueve o más bien lo que vende? ¿Debe el arte ser elitista o acercarse más al pueblo?

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En torno a esas cuestiones y con un tono tan cómico como estrafalario, Burton construye una historia de apariencias donde periodistas y críticos no salen muy bien parados, donde se reclama para la mujer un estatus de justicia. Con brochazos que parecen más de acrílico que de óleo, hace una denuncia sutil al mercantilismo artístico y a tantos estafadores que se sirven del poder mediático para encumbrarse en su miseria. Amy Adams da vida a la inocente pintora engañada una y otra vez, y sus grandes ojos reflejan la mirada sin recovecos de una mujer cuyo mundo se termina con su hija y con sus cuadros. En su caso, realmente los ojos son las ventanas del alma, y la bondad de su rostro es el mejor escaparate para que el espectador se compadezca del atropello que sufre. Si su trabajo es notable y la labor de casting acertada, no lo es menos en el caso de Christoph Waltz, a quien le toca un papel poco agraciado y exagerado en sí mismo, porque Walter es pura representación y puro exceso en su falsedad.

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No falta, por otra parte, la tristeza de los personajes marginales y desamparados tan habituales en el cine de Burton, aunque en este caso se concentren en los lienzos con esos niños de ojos grandes. De mucha o poca calidad artística, lo cierto es que esos retratos expresan un estado del espíritu que induce a la compasión: víctimas de la posguerra o abandonados por sus padres, solitarios o con la compañía de un gato, son seres con los que el director siente empatía y de los que quiere extraer su verdad -su humanidad- en medio de un mundo de imagen y frivolidad, representado básicamente por el entorno de Walter. En realidad, tanto Margaret como su hija pertenecen más a ese ambiente sencillo y sin pretensiones que al del impostor, y de hecho ellas prestan a los niños sus ojos para mirar a tantos como se acercan a las exposiciones.

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Con “Big eyes”, Burton consigue una película extraña porque quiere acercarse a la verdad de la realidad a través de una puesta en escena que en ocasiones raya con lo caricaturesco y con lo grotesco -basta ver la escena del juicio-, donde resulta poco creíble la figura de la ingenua esposa o la del farsante de turno… pero así sucedió. Consigue entretener pero no deja huella en la memoria del espectador, y es que le falta chispa porque a los personajes se les va la energía en la extravagancia o en la impostura, y el mensaje feminista tampoco tiene mucha fuerza. Para pasar el rato sirve, aunque para comerciar con la verdad y con las emociones se necesitaría mas garbo… si es que Burton quiere hacer tanta caja como el protagonista consiguió con “sus” cuadros, láminas y postales de niños desamparados.

Calificación: 6/10

Imagen de previsualización de YouTube

En las imágenes: Fotogramas de “Big eyes” © 2014 Silverwood Films, Electric City Entertainment y Tim Burton Productions. Todos los derechos reservados.


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