Nicholas Ray
REPARTO
James Mason...Ed Avery
Barbara Rush...Lou Avery
Walter Matthau...Wally Gibbs
Robert F. Simon...Dr. Norton (as Robert Simon)
Christopher Olsen...Richie Avery
El hombre al que se le debe la idea es nada menos que al propio James Mason, así que podemos considerarla, por lo que vamos a ver, un proyecto “Mason mas que un proyecto Ray”..Si Mason se guardó para si mismo el papel protagonista, fue el responsable de coordinar un cuarteto de guionistas (cuyo nombre no vienen al caso, pero uno de ellos fue el dramaturgo Cilfford Odets) y acabando por elegir al estupendo fotógrafo Joe MacDonald y el elenco de actores que lo acompañaría. El profesor Avery (Mason) es un ciudadano anónimo que vive en un adosado, un americano medio, que añora con viajar a Europa, pues su casa está llena de carteles de importantes ciudades Europeas: Roma , París, Bolonia, etc. Además de sus funciones como profesor, para sacarse un dinero extra trabaja, sin que su familia lo sepa, como coordinador telefonista para una compañía de taxis, Ed Avery es un hombre inteligente, culto e inquieto, que trabaja en un país donde los trabajos “formativos”, al igual que en otros tantos, están mal pagados, y esos apuros económicos sólo le permiten llevar un nivel bajo de vida, pero el aspira a algo más (Nada más ser dado de alta lleva a su mujer a una tienda de ropa de alta costura, pese a la la negativa de ella en gastar en algo que está fuera de sus posibilidades). Volviendo al tema de los carteles turísticos pueden significar tres cosas diferentes, de las que no tenemos ciencia cierta; primero, que ya los haya visitado, que sea un deseo de poder ir alguna vez o que el profesor, como hombre culto se siente a disgusto en la mediocridad del ambiente en que vive. Y si Avery acude los domingos a la iglesia, no es descartable suponer que además es un hombre bastante religioso, en la parte final de la película, en el momento en el que su delirio llegue al su culmen recurra a la Biblia y a la figura de Abraham (En uno de los episodios más fuertes de toda la trama) liberado de las ataduras morales a causa de un medicamento poco conocido: La cortisona. Avery, afectado de una extrañísima enfermedad, una poco habitual inflamación de las arterias, y será sometido con un tratamiento de cortisona, medicamento bastante desconocido en la época y del que se tenía muy poca información. El mismo va aumentando progresivamente la dosis, hasta convertirse en un adicto, un psicótico que parece convertirlo en el otro yo, en ese hombre que tenía su oscura personalidad dormida, violento e intolerante (y es que apenas se conocían los devastadores efectos secundarios de la cortisona) El verismo de esta película, un tanto incómoda de ver, se halla realzado por la dirección artística, decoradores y fotografía, tanto en interiores como en exteriores magnífica y la convierten en un típico ejemplo de película marca registra Fox de los 50’s. Fruto de la labor de Ray, del que poco hemos mentado hasta ahora, están las aportaciones escénicas en días conflictivos para su carrera (Estaba a punto franquear el umbral que le llevó a ser apartado de la industria del cine americano y para encima venía con sus últimos trabajos como fracaso, tanto de crítica como de publico). Al parecer fue el propio Mason quién encargó de elegir a Ray como realizador de su proyecto, (parece ser que Mason nunca quedó contento del resultado), movido probablemente por la habilidad demostrada por Ray a la hora de poner en la escena conflictos sociales y desenvolverse con protagonistas enfermos mentales. La puesta en escena de Ray recuerda otras películas como Rebelde sin causa o En un lugar solitario: por el scope y por la fijación de la cámara en buscar los rostros de los actores para mantener emociones. Ni que decir tiene que tanto Mason, como Barbara Rush y Walter Mathau están excepcionales. Muy recomendable para los amantes de los fuertes dramas.