Por fin! Ya estamos aquí, con muchas ganas e ilusión. No hemos encontrado mejor forma de comenzar nuestra andadura bloguera que recordando uno de nuestros viajes veraniegos. El festival de música BBK LIVE y una compañía formidable fueron motivo más que suficiente para hacernos descubrir Bilbao. Una vez comprado el abono para disfrutar del festival (grandioso Robert Smith) buscamos un hotel económico y con buena situación.

Elegimos el casco viejo de Bilbao, una zona pintoresca, deteriorada y con algunas referencias tanto en tiendas de ropa actual como bares y restaurantes de cocina moderna, pero al ser julio, la mayoría de estos sitios estaban cerrados. Muy cerca nos quedaba la ‘Catedral rockera’ de la ciudad, el Bilborock (te lo dedicamos Rocío), una antigua Iglesia preciosa a orillas de la ría que se ha transformado en sala de conciertos y múltiples actividades artísticas.

Cruzar el río y dar un paseo por la otra vertiente del casco viejo es una experiencia muy recomendable. Entre sus callejuelas se pueden encontrar sin previo aviso todo tipo de restaurantes que ofrecen menús de temporada a precios más que razonables, en una horquilla entre 10-14 euros. Nosotros acabamos en Gorbea, un local pequeño de decoración vanguardista y equilibrada que ofrece una gran selección de primeros y segundos bastante elaborados.

Elegimos el arroz fundido con hongos, foie y confit de canard (totalmente recomendable) y la pasta con gulas, gambas y champiñones para comenzar. Seguimos con unos segundos no menos consistentes: solomillo ibérico con salsa de queso de cabra y entrecote a la pimienta, recetas clásicas sobre carnes de buena calidad. Además tienen variadas tartas como postre, la mayoría muy parecidas. Y todo ello acompañado por un refresco, cerveza o copa de vino.


En definitiva el sitio perfecto para hacer una parada rápida y disfrutar de un menú de altura por muy poco precio en el centro de Bilbao. Supone una buena alternativa para cuando te canses de los famosos pintxos.
El sábado decidimos no ir al festival y junto con Mª Elena, Agu, Rocío y Miguel conocimos la esencia bilbaína. Primera parada: el clásico y no por ello menos recomendable Víctor Montes.

Se trata de un bar-restaurante que abrió sus puertas en 1879 y que está situado en la Plaza Nueva, un rincón precioso del centro, muy luminoso y agradable, con multitud de terrazas a su alrededor.

Ofrece una gran variedad de pintxos fríos y calientes, de cuidada elaboración y sorprendente calidad, entre los que decidimos probar la tortilla de bacalao, el pepito de brie y anchoas del Cantábrico, el revuelto de ajetes con pimientos del piquillo, los minicroissants con ensaladilla de la casa y el archiconocido bacalao a la vizcaína, entre muchos otros. Todos ellos a un precio entre 2,5 y 3€.

Bocados exquisitos que junto a varias copitas de Txakolí (que entra de maravilla…) nos hicieron disfrutar a lo grande, y todo ello sin dejar de comentar las más de 500 referencias de whisky que decoran el local.

El día era espléndido y no tuvimos más remedio que dejarnos llevar por Miguel, coger el coche y terminar el almuerzo en el agradable municipio de Getxo. Frente a la playa y con una temperatura formidable brillan las paredes encaladas de una pequeña taberna, Itxas Bide.

Estábamos ya un poco llenos, pero su variedad de croquetas destacando las deliciosas de crujiente de idiazábal, sus minihamburguesitas selectas y los típicos caracoles de mar (para el que no le gusten los caracoles decir que éstos tienen un sabor más parecido a las cañaíllas) fueron razones más que convincentes y por tan sólo 2€ cada bocado.


El entorno del Puerto Viejo, sus escalinatas y calles empedradas y estrechas, te invitan a hacer una parada en alguno de los barecillos que encontrarás subiendo.

Un café o una copita mientras se escapa la tarde y te atrapa con alguna de sus disertaciones filosóficas el primer hippie de España, Carolo el Divino.

Restaurante Gorbea
Restaurante Víctor Montes