Dice Kirmen Uribe que podemos calcular los años que ha vivido un árbol por el número de anillos que contamos en su tronco. Que podemos medir la edad de los peces por la cantidad de escamas, pues no son sino el rastro de leves heridas que laceran su piel en invierno por la falta de alimento. Y que el hombre también acumula heridas. Las heridas del hombre son sus pérdidas y, a diferencia de los peces, las pérdidas humanas son invisibles, pero dejan su particular rastro hasta convertirse en la medida de nuestro tiempo, pudiendo recuperarse de manera simbólica a través de la memoria y la escritura.
Cuando el abuelo, Liborio Uribe, comprendió que le quedaban pocos meses y ya no podía escapar a la muerte segura, pidió a sus familiares que le llevasen a ver por última vez un cuadro del pintor Aurelio Arteta. Años después, su nieto Kirmen esta delante de ese mismo cuadro, dispuesto a reconstruir, durante el trayecto de un viaje a Nueva York, la historia de su familia, una historia con profundas raíces en la tierra, pero también en el traicionero mar. Kirmen Uribe es, al mismo tiempo el narrador y el protagonista de esta novela que transcurre en el tiempo que dura su viaje desde Bilbao al aeropuerto JFK de Nueva York. A través de cartas, diarios, e-mails, poemas, museos, diccionarios y cuadros, el autor hace un ejercicio de memoria que recorre la historia de las ultimas generaciones de su familia: la vida del abuelo nacionalista y un poco franquista al mismo tiempo, la muchas veces dolorosa existencia de los marineros que viven con el mar como hogar la mayor parte de su vida, las aventuras y penalidades de su padre José, patrón del Toki Argia, la relación de Ondarroa con el pintor Aurelio Arteta, Arteta y el arquitecto Bastida, sus comienzos como escritor… trazos de vida que confluyen en la reconstrucción de un cuadro devorado por el tiempo, el de la familia Uribe.
Es el primer libro que leo de Kirmen Uribe. Había oído hablar porque Bilbao-New York-Bilbao ganó el premio Nacional de Narrativa en 2008. La verdad es que no me atraen a priori los libros sobre viajes, pero comencé a leerlo en la misma librería y se vino conmigo. Aunque transcurre durante un viaje, en realidad no es un libro de viajes en sentido estricto, ya que en el trayecto encontramos también cuentos, pequeñas historias que se le van ocurriendo, cartas y hasta alguna poesía escrita al hilo de un recuerdo. La lectura es muy agradable, porque está narrado con una prosa fácil y directa pero a la vez cargada de un tono poético que la hace especial. Uribe nos hace partícipes completamente de sus pensamientos o de su estado de ánimo, consiguiendo una sensación muy cercana y estimulante. Posee una enorme capacidad para transmitir, con un estilo conciso y la mar de sencillo, sin grandes descripciones ni complejos recursos retóricos. Confieso que me ha sorprendido mucho, que tendré en cuenta en adelante cuanto publique Kirmen Uribe y que la recomiendo sin ninguna duda porque es una gozada. Leyendo la sinopsis puede parecer que el tema quedará distante a quienes, como la que escribe, no conoce Euskadi ni sus gentes, pero tengo que reconocer que, a pesar de la distancia existente con la historia, algunos capítulos han llegado a emocionarme. Bilbao-Nueva York-Bilbao se publicó originalmente en euskera en 2008 y ya existe edición en castellano traducida por Ana Arregui.