Para mí es uno de los rincones más románticos de la isla. Y cada vez que paso por allí me inspira historias de amor, de esas que te atrapan. ¡La verdad es que no descarto escribir una, ambientada en este pueblecito!Para el reto Blogger Traveller de noviembre, la palabra clave es “Un lugar con historia”, así que hoy te voy a contar la historia de este lugar, lleno de encanto y secretos del pasado.
Biniagual nació como una alquería dedicada a la horticultura y ya data de la época musulmana.Desde entonces ha ido pasando por diferentes manos, desde los vizcondes de Verán (en 1264) o el convento de Jonqueres en Cataluña.
En el siglo XVI ya se había convertido en un pequeño pueblo de seis casas, pero se quedó despoblado a causa de la peste de mediados del siglo XVII.
Un siglo después pudo reactivarse. Los habitantes volvieron a dedicarse a la ganadería y a la viticultura. Y en 1734 se bendijo el pequeño oratorio de la Inmaculada Concepción.
Fue entonces cuando se construyeron doce casas, y los edificios existentes fueron ampliados y reformados.
Por su ubicación, en un cruce de caminos (entre Sencelles y Muro), se convirtió en un sitio importante para que los viajeros encontraran alojamiento.
Además se dedicaron casi en exclusiva al cultivo de la viña, pero una plaga de filoxera, unos años después, destruyó totalmente la producción.
Los intentos de reactivar el negocio agrícola por parte de los habitantes fueron en vano, y finalmente a principios del siglo XX este llogaret estaba totalmente abandonado y en ruinas.
Fue en 1968 que un importante empresario alemán compró el pueblo (sí, se puede comprar un pueblo entero) y poco a poco fue restaurando casa a casa, manteniendo la estética original, y reactivó el cultivo de la viña en sus tierras.
La única construcción que no pudo comprar fue el oratorio, encontrándose con sucesivas negativas por parte del obispado.
Y aunque la intención de este empresario era convertir Biniagual en una propiedad privada, debido a las quejas y denuncias de los vecinos, finalmente es de acceso público y cualquiera puede pasear entre sus calles cuidadas y llenas de detalles, que te transportan a otra época.
En la actualidad, el dueño falleció a principios de este año, y ahora está en manos de sus descendientes, que desconozco si viven en Mallorca. Por lo que sé quienes ocupan las casas son los trabajadores de las viñas y de la Bodega Biniagual.
<<Tiene una belleza discreta, una paz lenta, cae sobre la tierra, es mágica... Aquí me siento como en mi casa - Sybilla (diseñadora de moda)>>