Igual que hay hombres atrincherados detrás de máscaras y disfraces, las formaciones políticas ocultan sus intenciones con mucha palabrería, poca sustancia y menos decencia. Ahora, cuando muchos regresan o viajan por primera vez a Macondo, el relato que nos presentan, a propósito de las elecciones europeas, también está cargado de hipérboles desmesuradas. Hay una diferencia, en esta ocasión todas las metáforas ya tienen un nombre: propaganda, indignación, demagogia, desafecto, engaño.
Nos dicen —suele ser habitual— que las elecciones son muy importantes, que el Parlamento Europeo decide sobre cuestiones que nos afectan directamente. Visto lo visto y lo evidente, más nos interesaría votar en las elecciones alemanas que en las europeas. Porque ahora, cuando estamos en tiempos de encuestas, ¿sería necesario preguntar si nos afectan más las resoluciones del Parlamento Europeo o las del Bundestag? Todos sabemos que el poder efectivo lo tiene la canciller federal alemana por mucho que lo ostente el presidente de la Comisión Europea. ¿Quién es más influyente Barroso o Merkel? Así pues, como en esta convocatoria no se decide sobre el auténtico centro de poder europeo, muchos tienen la tentación de no participar. Para qué participar en lo que no deja de ser una encuesta, un ensayo con vista al futuro electoral de las municipales, autonómicas y generales. En todo caso, aunque nos digan que el ayuno proporciona ciertos beneficios, que ayuda a desintoxicar y limpiar el organismo eliminando toxinas, la abstención puede acarrear algunas secuelas.
El panorama electoral no es muy atractivo, es cierto. Existe una corriente de indignación generalizada. Ignorando a esos predicadores derechistas de la TDT que siempre y a todas horas están airados, la ciudadanía está enojada; le sobran motivos. Comprobar que cada vez hay más familias con todos sus miembros parados, que las políticas sociales se reducen, que las libertades se restringen, que se implantan salarios de pobreza o que los inmigrantes son tratados en la frontera como si fueran animales, ¿no son motivos para la indignación? Comprobar que la gestión política de la crisis ha sido un desastre y que optaron por arropar a la banca y abandonar a sus ciudadanos, ¿no es acaso motivo para botarlos?
El 25M es una fecha propicia para el cambio. Manuel Valls ha clarificado el panorama. ¿Hay diferencia entre votar a Juncker o Schulz? El bipartidismo puede ser una forma simple y segura de garantizar un funcionamiento razonable de la democracia siempre que cumpla, al menos, dos condiciones. Para que la alternancia tenga un sentido democrático, es necesario una ley electoral que garantice una contienda transparente en el gasto electoral y equilibrada en la conversión de los votos en escaños, y que los dos partidos mayoritarios sean opciones políticas bien diferentes y definidas, que representen los intereses ciudadanos con claridad. Si no se dan estas y otras premisas, el bipartidismo es simple basura democrática y una fabrica de desafectos a la que es necesario ponerle fin. El 25 de mayo puede ser el principio.
Es lunes, escucho a Dusko Goykovich