Por Anne Murat
Birmania evoca más a menudo la imagen de militares que la imagen de pintores. Y sin embargo, a pesar de la dictadura, la sociedad birmana es una sociedad creativa, bulliciosa, en movimiento, En su proyecto Rangoon Cocoon, la realizadora Anne Murat y el fotógrafo Brice Richard han recogido numerosos testimonios de artistas birmanos, de los que aquí explican un extracto.
Vous pouvez lire l'article original en français aprés la traduction en espagnol.
La censura, la carencia de medios y la mediocridad de la educación afectan a todos los sectores de actividad en Birmania, sobre todo las artes. Mientras que el arte contemporáneo a nivel internacional ha invertido en el campo de las nuevas tecnologías desde hace tiempo, los pintores birmanos han de pelearse todavía para acceder a las escasas impresoras, programas de tratamiento de imágenes y publicaciones anglófonas disponibles en la capital, sin hablar de los libros de arte, inencontrables o inalcanzables.D.A. Es un caricaturista comprometido y nos comenta: “Para conocer el nivel de desarrollo de un país hay que tener en cuenta su nivel de creación. En un país subdesarrollado los artistas deben emplear todo su tiempo en trabajos alimenticios, en vez de emplear el tiempo en encontrar inspiración. La situación política, económica y artística están relacionadas. Hoy día, en Birmania, la mayoría de los artistas no pueden vivir de la actividad artística.”.Maung Maung Thein, pintor tradicional, es propietario de una pequeña galería en Yangon y confirma: “El público no responde. Y no sólo por cuestiones financieras. Hay que formar a la gente en el arte, enseñarles a apreciarlo y comprenderlo”. Maung Maung Thein nos confiesa que su galería no le da suficiente para vivir: desde hace años da clases de pintura para subsistir.La galería de Maung Maung Thein en Yangon.
Si la minúscula clase media no está preparada para invertir en arte contemporáneo, la mayoría de las obras son adquiridas por los expatriados y los turistas, una clientela volátil, que desaparece en las épocas de disturbios o de huracanes. Los años buenos, Birmania tan solo acoge a 300.000 visitantes, cuatro veces menos de los que visitan Tailandia. Y sin embargo, la calidad de las obras creadas en Birmania ha mejorado considerablemente estos últimos años, gracias a una comunidad de pintores en pleno desarrollo. Las exposiciones dedicadas al arte birmano se han multiplicado en Asia, lanzando la carrera de estrellas en alza tales como Zaw Win Pe, Kin Zaw Latt, Thank Kiaw Thay, Nann Nann, U Soe Moe, Aye Ko, Chaw Ei Thein... Un puñado de artistas que hoy forman parte del circuito artístico internacional y pueden esperar vivir decentemente de su arte.
El artista Zaw Win Pe
Susan Anderson, propietaria de una lujosa galería de arte en Rangoon, ha sido la testigo más entusiasta de esta evolución reciente:“En 2002, tan solo había un puñado de artistas que se ganaban correctamente la vida y exponían en el extranjero. Hoy día se han convertido en dos o tres puñados. Los coleccionistas empiezan a interesarse en el arte birmano y los artistas locales han aprendido a entrar en contacto con los promotores y a situarse en los simposios de arte asiáticos. Los pintores encuentran cada vez más la manera de ir a trabajar al extranjero. Myanmar ha pasado de ser una isla que lo ignoraba todo del mundo exterior a convertirse en una península.. El relativo aislamiento de Myanmar es una ventaja y un inconveniente. Es cierto que los artistas están raramente al corriente de las últimas tendencias del mercado del arte, pero en este sentido se mantienen muy puros. Encuentran su inspiración en lo que les rodea, en esta herencia cultural, esta tradición, esta religión budista de la que están tan orgullosos. Para muchos artistas crear es un auténtico acto de devoción”.
La galerista Susan Anderson
Paralelamente, una nueva generación de artistas parece haberse dado cuenta de que, en un país donde el acto de creación es como mínimo difícil y en el peor de los casos peligroso, la unión hace la fuerza. Las asociaciones se multiplican, algunas son muy ambiciosas, como el proyecto New One, una galería creada y gestionada por un colectivo de 30 artistas, y otras son más espontáneas. Cada domingo, en casa de la fotógrafa Kyiasng Pyo y el escultor Ko Hla, se reúnen una decena de artistas alrededor de una vela para intercambiar ideas y cantar canciones:“La generación anterior tenía tendencia a permanecer aislada, explica Kyiang Pyo. Pero nosotros, la joven generación, aprendemos idiomas extranjeros y vemos la televisión, que es una ventana abierta al exterior, al mundo. Nosotros nos acercamos los unos a los otros, tenemos un espíritu más abierto, nos gusta compartir, crear redes. Todo el mundo tiene conocimientos diferentes. Hablando nos enriquecemos mutuamente. Al reunirnos, nos ayudamos entre nosostros”.
Ko Hla
Esta joven generación es mucho más consciente de las posibilidades que abre internet en materia de inspiración y de promoción artística. Según Aung Aung, un joven prodigio de 24 años que ya vende sus telas por más de 4000 euros cada una, la web está a punto de cambiar Birmania:“En la escuela de arte solo copiábamos las telas de los maestros. Después llegó internet... En la web he podido descubrir y analizar el trabajo de artistas extranjeros contemporáneos y darme cuenta de que existían muchos estilos diferentes. Me inspiré en ellos para desarrollar mi propio estilo. Internet también ha cambiado la manera en que la gente percibe el arte en Birmania. Antes, la gente solo admiraba pasivamente la pintura. Ahora hacen preguntas, comparan, buscan qué novedades hay. Es muy positivo. Cada vez se ve menos arte realista y más arte conceptual”.
Aung Aung
El fenómeno internet está todavía en sus inicios pero poco a poco las ciudades se conectan. Los cibercafés se encuentran con bastante facilidad en Rangoon y Mandalay. Aunque el coste de la conexión, 0,50 euros es elevado, la conexión es poco fiable y la web está estrechamente vigilada por la Junta militar, Birmania cuenta hoy en día con 50.000 usuarios regulares: se acaba de abrir una pequeña ventana al exterior. El acceso a los nuevos medios de comunicación transforma la manera en que la nueva generación se informa, consume y aprende.Para la joven artista y madre de familia Na Wuh: “Todavía hoy se percibe a los artistas de manera negativa: ¡ser artista equivale a no trabajar y ser pobre! Mi madre quería que fuera una mujer de negocios por el dinero y el prestigio. Para mí, la manera de cambiar estas percepciones se consigue vendiendo mis obras en el extranjero, porque hay museos que organizan grandes exposiciones, hay colecciones privadas... Aquí en Birmania, es más difícil, pero internet contribuye a transformar esta percepción.”
Na Wuh
Texto: Anne Murat http://www.annemurat.netFotografías: Brice Richard http://bricerichard.com/Traducción del francés: Nuria ArmengolMás información en la web: www. rangooncocoon.com
La Birmanie, l’art et Internet
La Birmanie évoque plus souvent l’image de militaires que celle de peintres. Et pourtant, malgré la dictature, la société birmane est une société créative, bouillonnante, en mouvement. Dans leur projet Rangoon Cocoon, la réalisatrice Anne Murat et le photographe Brice Richard ont ramené de nombreux témoignages d’artistes birmans, en voici quelques extraits.
La censure, le manque de moyens et la médiocrité de l’éducation touchent tous les secteurs d’activité en Birmanie, notamment les arts. Alors que l’art contemporain international a investi le champ des nouvelles technologies depuis longtemps, les peintres birmans se battent encore pour avoir accès aux rares imprimantes, logiciels de traitement d’images et publications anglophones disponibles dans la capitale, sans parler des livres d’art, introuvables ou inabordables.
D.A. caricaturiste engagé commente : « Pour connaître le niveau de développement d’un pays, il faut considérer son niveau de création. Dans un pays sous développé, les artistes doivent consacrer tout leur temps à des boulots alimentaires plutôt que prendre du temps pour trouver leur inspiration. Situation politique, économique et artistique sont liées. Aujourd’hui en Birmanie, la majeure partie des artistes ne peut vivre de son activité artistique. »
Maung Maung Thein, peintre traditionnel, est propriétaire d’une petite galerie à Yangon confirme : « Le public ne suit pas. Et pas simplement pour des raisons financières. Il faut former les gens à l’art, à l’apprécier, à le comprendre. » Maung Maung Thein confie que sa galerie ne lui permet pas de vivre : depuis de nombreuses années, il dispense des cours de peinture pour subsister.
La galerie de Maung Maung Thein, Yangon
Si la minuscule classe moyenne n’est pas prête à investir dans l’art moderne, la plupart des œuvres sont raflées par les expatriés et les touristes, une clientèle versatile, qui disparaît en période d’émeute ou d’ouragan. Les bonnes années, la Birmanie n’accueille qu’environ 300 000 visiteurs, soit quatre fois moins qu’en Thaïlande.
Et pourtant, la qualité des œuvres produites en Birmanie s’est considérablement améliorée ces dernières années, portée par une communauté de peintres en plein essor. Les expositions dédiées à l’art birman se sont multipliées en Asie, lançant les carrières d’étoiles montantes telles que Zaw Win Pe, Kin Zaw Latt, Thank Kiaw Thay, Nann Nann, U Soe Moe, Aye Ko, Chaw Ei Thein…… une poignée d’artistes qui, aujourd’hui, font partie du circuit artistique international et peuvent espérer vivre décemment de leur art.
L’Artiste Zaw Win Pe
Susan Anderson, propriétaire d’une luxueuse galerie d’art à Rangoun, a été le témoin enthousiaste de cette évolution récente :
« En 2002, il n’y avait qu’une poignée d’artistes qui gagnaient correctement leur vie et exposaient à l’étranger. Aujourd’hui, il y en a plutôt deux ou trois poignées. Les collectionneurs commencent à s’intéresser à l’art birman et les artistes locaux ont appris à rentrer en contact avec les promoteurs et à se faufiler dans les symposiums d’art asiatique. De plus en plus de peintres trouvent le moyen de partir travailler à l’étranger. D’une île ignorant tout du monde extérieur, le Myanmar est devenu une péninsule.
L’isolement relatif du Myanmar est un avantage et un inconvénient. Certes les artistes sont rarement au courant des dernières tendances du marché, mais en ce sens ils restent très purs. Ils trouvent leur inspiration dans ce qui les entoure, dans cet héritage, cette tradition, cette religion Bouddhiste dont ils sont si fiers. Pour beaucoup d’artistes, créer est un véritable acte de dévotion. »
la galeriste : Susan Anderson
En parallèle, une nouvelle génération de jeunes artistes semble avoir réalisé que, dans un pays où l’acte de création est au mieux difficile et au pire dangereux, l’union fait la force. Les associations se multiplient, certaines très ambitieuses, comme le projet New One, une galerie créée et gérée par un collectif de 30 artistes, d’autres plus spontanées. Chaque dimanche, chez Kyiang Pyo la photographe et Ko Hla le sculpteur, ils sont une dizaine à se rassembler autour d’une bougie pour échanger des idées et chanter des chansons :
« La génération précédente avait tendance à rester isolée, explique Kyiang Pyo. Mais nous (la jeune génération), nous apprenons les langues étrangères, la TV est une fenêtre sur le monde, sur l’extérieur. Nous nous rapprochons les uns des autres : nous sommes plus ouverts d’esprit, nous aimons partager, créer des réseaux. Tout le monde a un savoir différent. En discutant, on s’enrichit mutuellement. En se réunissant, on s’entraide. »
Ko Hla
Cette jeune génération est bien plus consciente des possibilités qu’ouvre Internet en matière d’inspiration et de promotion artistique. Selon Aung Aung, un jeune prodige de 24 ans qui vend déjà ses toiles pour plus de 4 000 euros pièce, le web est en train de changer la Birmanie :
« En école d’art, nous ne faisions que copier les toiles de maîtres. Puis Internet est arrivé... Sur le web, j’ai pu découvrir et analyser le travail d’artistes étrangers contemporains, et j’ai réalisé qu’il existait beaucoup de styles différents. Je m’en suis inspiré pour développer mon propre style. Internet a aussi changé la manière dont les gens perçoivent l’art en Birmanie. Avant, les gens ne faisaient qu’admirer passivement la peinture. Maintenant, ils posent des questions, comparent, demandent ce qu’il y a de nouveau. C’est très positif. On voit moins d’art réaliste et de plus en plus d’art conceptuel. »
Aung Aung
Le phénomène Internet est encore à ses débuts, mais peu à peu les villes se connectent. Les cybercafés se trouvent assez aisément à Rangoun et Mandalay. Le coût de la connexion (0.5 euro) a beau être élevé, la connexion peu fiable et le web étroitement surveillé par la junte, la Birmanie compte aujourd’hui près de 50 000 utilisateurs réguliers : une petite fenêtre vers l’extérieur vient de s’ouvrir. L’accès aux nouveaux médias transforme la façon dont la nouvelle génération s’informe, consomme et apprend.
Pour la jeune artiste et mère de famille Na Wuh : « Aujourd’hui encore, les artistes sont perçus de manière négative : être artiste, c’est ne pas travailler et être pauvre ! Ma mère voulait que je sois une femme d’affaire pour l’argent et le prestige. Pour moi, la manière de changer ces perceptions, c’est de réussir à vendre mes œuvres à l’étranger, parce qu’il y a des musées qui organisent de grandes expositions, des collections privées… Ici, en Birmanie, c’est plus difficile, mais Internet contribue à transformer les perceptions. »
Artiste : Na Wuh
Crédits photographiques : Brice Richard www.bricerichard.comPlus d’informations sur le site : www.rangooncocoon.com