Revista Informática

Bitácora hipermedia

Publicado el 03 octubre 2013 por Darioalex
Periodismo Hipermedia

Periodismo Hipermedia

Por Aynel Martínez Hernández

A la profe Liliam Marrero, por descubrir “Storify” casi juntos y, si soy un poco realista, para intentar no ganarme el primer 2 de gratis.

Jueves, 5 de septiembre de 2013

Y de pronto la profe alzó la voz (aunque a veces “alzó la voz” suene a Tribuna Antimperialista). Escuché: “HTTP”, “IP”, “TCP/IP” (TCP me sonaba del preuniversitario; nada bueno: las siglas de las pruebas), “WWW”, “FTP”. Más aberraciones para mi cerebro. Pero sobre todo, más siglas. O más instituciones. O más empresas mixtas. O más apertura al capital extranjero.

Luego fui a Ecured a buscar el significado de cada una. Salí de mis dudas. Ni empresas ni instituciones. Eran protocolos de red. Burocracia yanqui, dije. Entonces me decidí. Déjame aprovechar, ya que si muestra el significado de cada una de estas siglas imperialistas, entonces, OBLIGATORIAMENTE, debería salir qué rayos es OFICODA, que es autóctona de Cuba, como las riquimbili y las raspaduras. NADAAAAAAAAAAAAAAAA!!!!! Esta noche no dormiré.

Lunes, 9 de septiembre

Han pasado ya cuatro días y por suerte no hubo tareas de eso que llaman Periodismo Hipermedia. A veces pienso que estoy muy viejo para estar haciendo tareas en la Universidad. Pero hoy es lunes, hay que marcar tarjeta, llegar temprano y cumplir.

Llego, puntual (palabras que bien pudieran definir al cable de fibra óptica: la primera, ¿con una tilde en la “o”?o entre signos de interrogación según el gusto del consumidor). Hoy seguiré aprendiendo más y más y copiaré muchas cosas en mi cuaderno (qué linda suena esa palabra, aunque aquí solo se le llame cuaderno a los  sacrosantos y desaparecidos workbook de inglés).

Comienza la clase. Facebook, Twitter, Wikipedia. Leo en el powerpoint de la profe: “1970 1ra fibra óptica. De mirar el año me recuerdo de la pantomima que me representaba cada rato mi abuelo: portento físico, machete en la mano, swing de película de terror y un diploma en la otra. Más adelante, “1992 La World Wide Web. Yo tendría, POR SUERTE, más o menos unos meses de nacido. Luego, un mapa del mundo donde las partes iluminadas representan la conectividad a Facebook. Cuba no sale, pero debe ser seguramente porque yo me siento al final del aula y desde aquí no se ve bien. Las muchachas de los asientos cercanos a la pizarra tampoco pueden ver a Cuba. La profe, definitivamente, tendrá que buscar un monitor de veintipico de pulgadas o pedirle el datashow al decano. O mejor, más sencillo y menos diapositivas: no enseñarnos el mapa.

El dibujo de las Brechas digitales parece bastante creativo, pero en la parte de los que tienen poco acceso internet, debería salir alguien curiosamente vestido con un poncho, viendo un televisor Caribe cuya antena sea una lanza para cazar búfalos. Luego aparece una gráfica de población y usuarios de internet. Eso de población me recuerda al censo del año pasado: Wanabacoa, niños de dos años con tres hijos (alguien algún día me entenderá).

Siguen gráficas y más gráficas. De todos los tipos: con forma de pastel, con líneas que parecen la cobertura de un celular que está de lado. Alguna tabla llena de cifras que rebasan los millones (vuelve el recuerdo de mi abuelo, la zafra, el machete, el diploma, la fibra óptica: tengo más hipervínculos que la Wikipedia). Sonrío. Es increíble.

Hay un mapa de lo más curioso e interesante que he visto en los últimos años (claro, después de los muchachos que por cinco pesos empujan los carros que se apagan, para sacarlos de las inundaciones). Según las tonalidades de colores, muestra la cantidad de sitios web por países. Resulta que Cuba (ahora sí se ve, SOLAMENTE por el contraste entre el rojo de Estados Unidos y el naranja oscuro de México), está en el mismo rango de sitios web que la Antártida (donde quizás se haya inventado la primera computadora con calefacción: todo un hito) y que Egipto, ¡EGIPTO!, donde algunos hiperbólicos dicen que gracias a las redes sociales, se acabó el régimen de Mubarak.

Ya sabía yo que no hay clase sin poesía, aunque haya poesía sin clase. Decía Mattelart, citado en una de las diapositivas: “Resulta escandaloso desde el punto de vista moral que la zanja entre las promesas invertidas en las tecnologías digitales y los usos reales de éstas en provecho de la felicidad de todos los humanos, no deja de aumentar día tras día. La obnubilación por la innovación técnica no guarda proporción con la potenciación de las innovaciones sociales”. No podía faltar la teoría apocalíptica. Los mayas tenían que haber dicho que el fin del mundo alguna vez comenzaría por internet antes de que se les acabaran las piedras para escribir o antes de que llegara el resabioso de Hernán Cortés.

La imagen de Tim Berners-Lee (el mesías de los noventa en el mundo no cubano) y de San Pedro (el primer Papa) solo difieren en la computadora del inglés y en la barba del santo. Coinciden en la mirada redentora, las entradas imprecisas…Estoy pensando en otras cosas; déjame seguir atendiendo a la clase.

Cuando llegó la parte de las generaciones de la web según el desarrollo de la interfaz, o sea, básicamente, de la visualidad, me di cuenta que en Cuba tenemos lo que Canclini llamaría una hibridación. Recordé sólo el título de un texto de dicho autor: Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad. Pensé: -para que hablase de la web cubana debería llamarse: Culturas híbridas: estrategias para intentar entrar a la modernidad. Sonreí, creo. Resulta que el ciberespacio cubano (todo lo que termina en punto cu y algo, léase alguito en diminutivo, de lo que termina en punto com) es una mezcla de todas las generaciones. De la primera: estructura lineal, palabras señaladas en azul; de la segunda, menú de opciones/botones; de la tercera, ¡ni mirar el ítem que señala hegemonía del diseño sobre la tecnología! (si Gramsci sobreviviera a lo mejor encontraba la página de Granma en Facebook para darle “Me gusta”), aunque sí, utilización de metáforas sí hay (entiéndase como figura retórica solamente), igual que predominio del diseño tipográfico y visual inspirado en la página impresa y, por supuesto, también poseen páginas de entrada; de la cuarta generación, algunas aplicaciones participativas y un halo de esperanza que a veces huele a actualización del modelo económico y social.

La parte más romántica de la clase fue la siguiente: LA WEB SEMÁNTICA, “en la que cualquier usuario (…) podrá encontrar respuestas a sus preguntas de forma más rápida y sencilla.” Recordé las Cartas a la dirección, de Granma, Acuse de recibo, de Juventud Rebelde, Libre Acceso, de Canal Habana. Recordé un artículo del Che del año 1963 titulado “Contra el burocratismo”.Y se acabó el turno. Algunas clases, como las películas de suspensos en los apagones, seacaban en elmomento en que uno menos lo imagina.

Jueves 12 de septiembre

Por la mañana algunos estuvimos trabajando en las redes sociales (dígase, las pestañas predilectas del Mozilla, o del Google Chrome, o del paleolítico Internet Explorer, no de nosotros) para transmitir en vivo la jornada en conmemoración al aniversario 15 de la encarcelación de los cinco héroes. Trabajé, además, en una cosa que se llama Storify, (sí, así mismo, con la rayita roja de la falta de ortografía debajo, aunque ponga el idioma del Word en inglés). Dicen que es para crear noticias a partir de recursos, publicaciones, fotos y enlaces de las redes sociales. Yo digo que es para romperte la cabeza, ralentizarte la velocidad de conexión, y para que te ponga un cartel in ínglich que, traducido al español diga: estamos trabajando en el sitio, intente acceder nuevamente a las 2:00 P.M. Me pasé toda la mañana esperando ese cartel para sacarme de encima dicha aplicación. Las clases empezaban a la una de la tarde y si me salía el aviso, entonces: ¡al diablo el Storify! Jamás llegó. Las clases sí, por suerte. Nunca pensé que diría eso.

¿Qué es internet?, preguntaba la profe, a modo de recordatorio, poco después de haber empezado el noticiero del mediodía. Una red, una plataforma, un espacio de mediaciones, un lugar para socializar, decían varios. Un modo de vida que, por hora, en algún lugar, equivale a pagar casi 5 CUC, pensaba yo aunque mejor me lo trago e intento imaginar qué rayos significa OFICODA.


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