Revista Sociedad

Bitter Lake, Adam Curtis - video

Publicado el 25 mayo 2015 por Antonio Fernández Reyes @tonyfdezryes
La historia de Curtis empieza cuando el rey de Afganistan Zahir Shah quiere emular a Roosevelt con un plan de inversión pública para modernizar el país construyendo presas, carreteras y el resto de infraestructuras que configuraron el New Deal.  Las imágenes de archivo de los americanos que allí se establecieron, montados con la cadencia de un videoclip de los Pet Shop Boys, chocan con la contundencia del Afganistán en el que viven los autóctonos. Pero tras el dinero hay una lucha de ideas, fundamentalmente entre el liberalismo, el comunismo, por parte occidental, y el wahabismo que viene de Arabia Saudí.  Entre Occidente y el wahabismo hay una tregua de interés.  Occidente necesita su petróleo y los beduinos su tecnología aplicada pero odian tanto la razón política y moral de Occidente como encuentran útil su razón instrumental (otros movimientos islámicos son igualmente puritanos, reaccionarios y violentos, como los Deobandi en la India).  Por su parte, Occidente desprecia la falta de derechos humanos, el machismo, la violencia, el nepotismo, la opresión,  la superstición, en definitiva, la sociedad cerrada y totalitaria con la que la "élite" islámica ha convertido la religión en un veneno para ratas. Cuando los americanos terminaron sus proyectos de obras públicas en Afganistán comprendieron que el hombre propone y Alá dispone.  Las grandes presas trajeron consigo las amapolas, cambiando el entorno.  Y en mitad de la Guerra Fría, los pastunes, uno de los clanes afganos, se aprovecharon de la ayuda norteamericana, para imponerse al resto de tribus y etnias. 1964, Faisal bin Abdelaziz entra en escena.  Pretende modernizar el país tecnológicamente: construye desde una burocracia hasta un sistema de bienestar social pasando por una televisión pública.  Ideológicamente es tan panislamista como anticomunista y antisionista.  Tuvo que encarar tanto a los reaccionarios internos, que veían un peligro para el Islam cualquier intento de modernización, como a los que veía como enemigos externos, desde otras corrientes islámicas hasta los comunistas e Israel. Para todos, esas luchas creó una fuerza de choque ideológica: los líderes religiosos que infiltró en otros países y comunidades financiando mezquitas, escuelas y fundaciones.  Por ejemplo, en Pakistán.  Mientras, en Afganistán, el monarca era depuesto tras un golpe de Estado…

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