El Black Friday es tan yanqui como los bailes de graduación, la bandera nacional en el jardín o las hamburguesas de tres pisos. Está anclado en el calendario tras Acción de Gracias y, como después de devorar el pavo no hay nada mejor que ver los anuncios de la teletienda, se puede y se debe caer en la tentación: compre, compre, compre.
La historia del Black Friday es bastante confusa. Aleatoriamente me he quedado con la más históricamente intrascendente pero sobre la que flota un halo de romanticismo económico. Algo así debió pasar:
"A Bill, dueño de un pequeño negocio de televisores, no le salen los números. La cuesta de Enero es un puerto de montaña estirado hasta Noviembre. Las calles desnudas tienen mejor aspecto con las luces navideñas. El rock star frustrado del metro ha pasado de Hurricane a We wish you a Merry Christmas. Antes de levantar la trapa Bill tiene a dos clientes en la puerta. Hace una buena mañana. Y una buena tarde. Los números rojos se bañan en negro. Lo comenta con el dueño del negocio de al lado. A mí también me ha pasado, contesta. Pues bien. Acción de Gracias es el timbre de las Navidades. ¿Cómo llamamos a esto?, preguntó alguno que paseaba al perro. ¿Black Friday? Está bien".Ahora bien. Los pequeños negocios no son los protagonistas del Black Friday. A España llegó hace tres o cuatro años y los carteles de descuento, en su mayor parte, cuelgan dentro de un centro comercial. Apple, Amazon o Mediamarkt son los culpables de su importación. Bill es un empleado de turno de tarde de una multinacional que busca por los pasillos clientes a los que persuadir. ¿Puedo ayudarles?
Fuente: Independent
Nunca he sido un gran aficionado a los centros comerciales y estar más de cinco minutos en una tienda me provoca sudores y debilidad muscular. No miento: un médico me lo diagnostico y desde ese día tengo que cuidar mis hábitos. El médico era comunista, para más información. Lo único que me entusiasma de las tiendas, los probadores, están perdiendo progresivamente su encanto desde que se multiplicaron las cámaras y a los dependientes los equiparon con un cronómetro. Debido a la diagnosticada enfermedad debo ser rápido y no es extraño que llegue a casa con bolsas llenas de cosas que no necesito. ¿Una camiseta de One Direction? ¿Y esta camisa tan Me Llamo Earl?
El Black Friday, en el campo del consumo, está hecho para que las Navidades empiecen la última semana de Noviembre. Algunos adelantarán las compras y tirando de descuento se llevarán a casa esa tablet excesivamente cara que quiere el sobrino de cinco años. Las compras, por lo general, tienden a escalonarse a lo largo del mes y los adictos a la última hora no desaparecerán: ya porque compran todo la última semana o bien porque, habiendo comprado en el Black Friday, sienten que llevan mucho tiempo sin pisar una tienda y, claro, hay que mover la economía. Este año se espera un incremento de ventas en torno al 20% respecto año pasado. Es más, algunos establecimientos se han saltado lo de Friday y al Black empieza a seguirle Week.
Los negocios emplean distintos tipos de descuentos. En primer lugar está el descuento tradicional. Algunas empresas, como Carrefour, aplican el 20% o el 30% a los artículos que venden en la tienda física y online. En segundo lugar están las unidades limitadas a menor precio: El Corte Inglés, por ejemplo, apuesta por promociones efímeras. Lástima si llegas tarde. En la lucha por la última prenda nadie tira la toalla (y menos si la toalla también tiene descuento). En tercer lugar están los artículos sin IVA: Worten no cobra el IVA en determinados productos. En cuarto lugar tenemos los cupones y los cheques descuento: Y, por último, están los descuento online: Decathlon, por ejemplo, es una de las empresas que centrarán el Black Friday en el comercio electrónico. Ante todo hay que tener cuidado. El País tiene una guía bastante útil. Guía para aprovechar el 'black friday' de 2015 sin que te engañen. Hasta para ir de compras hay que salir de casa bien estudiado.
El Black Friday será una americanada, pero inflando los precios antes para hacer trampa en los descuentos le damos el toque español.
- Moe de Triana (@moedetriana) noviembre 26, 2015
No estoy en contra de las tradiciones. Ni de importarlas. Tampoco estoy en contra del consumismo. Hay que mover la economía y desde casa solo podemos mover el mando a distancia. ¡Todo por el PIB! Estoy a favor de perder la tarde paseando bajo las luces artificiales de un centro comercial. Ya me entienden. Estoy a favor de que el resto de la gente pierda las tardes en un centro comercial. Yo no puedo: los cinco putos minutos...