Revista Cine

'Blade runner', vista por un viejo y obsoleto crítico de cine

Publicado el 15 abril 2012 por Romanas

 El senador MCarthy, el más furibundo de los cazadores de brujas, un tipo que se situó a la altura de Goebbels, por poner un ejemplo, intentó, y yo creo que lo consiguió, que la política, la buena, la hermosa política, no invadiera el cine norteamericano.
 Era un feroz anticomunista y hasta aquí, bueno, todo el mundo tiene derecho a equivocarse, se puede pensar libremente sobre lo que es y representa una ideología política que dice, sucintamente, que el hombre debe darle a la sociedad en la que se inserta todo lo que tiene, según su propia capacidad, y que debe de recibir de ella según sus necesidades.
 Yo he dicho ya muchas veces que éste es un imperativo filosófico superior incluso al categórico de Kant que “sólo” exigía que obráramos de tal modo que pudiéramos aspirar a que nuestra norma de conducta se hiciera universal.
 Lo que no quería MCarthy es que en los Usa se hicieran muchas películas como “Las uvas de la ira” y a fe que lo consiguió, y que, en cambio, se hicieran otras como la “La ley del silencio”, un intento de justificación de la delación, realizada por el mayor delator del Imperio, el jodido y miserable Elia Kazan, que delató y contribuyó a la condena a la miseria y a la cárcel a muchos  compañeros de profesión que sólo habían cometido el mismo delito que cometo yo todos los días, cuando escribo por aquí que soy comunista.
 Y es que ser comunista, incluso para egregios personajes que se autotitulan de izquierdas, es el mayor pecado político que puede cometerse, por lo que abjuraron y abjuran todos los días de dicha profesión cuasi religiosa, o sin cuasi.
 Pero yo estaba escribiendo de cine y digo que no es casualidad que el guionista de Sin perdón sea el mismo que preparó Blade Runner: David Webb Peoples. Este jodido nombre, ¿es un nombre auténtico? Porque en él concurren 2 sustantivos eminentemente significativos: Webb, que puede ser relativo a la famosa página y Peoples, pueblo, gente, personas.
 El caso es que Webb Peoples intentó plantear en Blade Runner los siguientes problemas:
 1) artistico: se trataba de escribir una fábula sobre la jodida condición humana; plantear ni más ni menos qué es y cómo es el hombre y para ello aprovechó esa disociación que el autor del libro original Philip K. Dick establece entre androides y sus creadores, los puñeteros humanos, llamando a los 1ºs, simbólicamente “replicantes”; y la fábula es una de las mejor construidas por toda la fimografía universal: nadie que haya visionado esta cinta y tenga un poco de sensibilidad podrá olvidarse nunca del clima fantasmal y opresivo que se dibuja tan eficazmente sobre nuestro futuro;
 2) religioso: ya lo hemos apuntado en nuestro anterior comentario: post de este mismo blog "Blade runner" (I), vista por un viejo y obsoleto crítico de cine; 
 3) social: el mundo, la gente, el pueblo, aquí, como en Blade Runner, se divide en dos grandes clases o grupos: humanos propiamente dichos, titulares de todos los derechos del mundo y de algunos más, y androides, seres engendrados únicamente para servir a los otros incondicionalmente, a cambio de una existencia tan limitada que ni siquiera contempla la posibilidad de que un androide tenga sentimientos, por eso, la prueba que se les hace para comprobar si el tipo es un androide o no, busca precisamente esa ausencia deshumanizante de sentimientos;
 4) político: pero los androides resulta que sí que tienen sentimientos, no sabemos bien si es precisamente para su desgracia, de modo que conciben un odio mortal a sus creadores-explotadores y es este sentimiento que los impulsa a rebelarse y a salir de su mundo extrapolado, (en el que realizan por y para siempre funciones que los humanos no quieren hacer), y venir al de los hombres para vengarse de todas las canalladas que con ellos se han hecho es lo que los califica como “replicantes”;
 5) moral: el más genial de todos los escritores ya nos lo dejó escrito para siempre: ser o no ser, he aquí el problema, ¿qué es más noble para el alma, sufrir con paciencia las adversidades o, tomando las armas, acabar con ellas?, más o menos, siempre cito de memoria; los replicantes, o sea, los que nos representan a todos nosotros, los que sufrimos tanto tiempo todas las adversidades de este jodido mundo, tenemos ya, ahí, la lección del maestro, debemos, como sea, abandonar de una puñetera vez esta actitud eterna de perruna sumisión a los que nos han hecho lo que somos, puñeteros esclavos de la gleba por siempre y para siempre, de modo que debemos de empuñar las armas, rebelarnos de una puta vez y acabar también de una vez con todos ellos.
 Es exactamente la misma lección que Dalton Trumbo, guionista perseguido a muerte por el macarthismo, nos dejó escrita con su Espartaco. La esencia del hombre es la rebelión, su inconformismo, no aceptar nunca paciente y resignadamente la única condición que nos ofrecen nuestros eternos opresores.


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