Con el equipo de fútbol en primera y un himno que no me canso de escuchar era el momento perfecto para visitar esta ciudad. Como ya hice en otras ciudades europeas (Bratislava, Budapest o Praga) me decidí por la opción de volar junto a un free tour. En este caso el guía se llamaba Álvaro y la empresa Free tour Córdoba y la verdad que fue muy buena y divertida elección, muchas de las cosas que os voy a contar tienen su fuente en dicho recorrido.
Y todo empieza en la plaza de las Tendillas, bajo la estatua de Gonzalo Fernández de Córdoba, es el centro neurálgico de la ciudad actual. Allí cada 31 de Diciembre, los cordobeses se toman las uvas a ritmo de guitarra y no de campanadas, porque con ese sonido tan nuestro da el reloj las horas. Romanos, judíos, visigodos, cristianos y musulmanes están presentes en la larga historia de Córdoba y todos nos han dejado lo que es Córdoba y lo que son los cordobeses y las cordobesas (la típica murciélaga cordobesa de ojos grandes, largo cabello moreno y alas relucientes).
El bueno de Maimónides
Por ejemplo, de los romanos veremos su muralla, su puente y un templo dedicado al culto imperial, ya que los emperadores romanos después de morir, adquirían el estatus de dioses para el pueblo. Los judíos nos han dejado su barrio de calles estrechas y un nombre ilustre. Maimónides fue teólogo, médico, filósofo y rabino. Una estatua de pies desgastados nos recuerda su origen cordobés. ¿Adivináis por qué están desgastados? Si los tocas tendrás un poquito de su inteligencia y sabiduría (por eso ahora estoy escribiendo esto, obviamente).Las angostas callejuelas del centro de Córdoba guardan muchas leyendas y curiosidades. Hay sitios donde "atrochar", sitios donde copiar la receta del salmorejo o sitios donde directamente desaparecer.Calles y patios llenos de flores, mayoritariamente geranios, le dan una alegría inigualable a la ciudad y son objeto de fotos de los cientos de turistas que esperan ver aparecer la Mezquita o el Alcázar mientras perdidos conectan la ubicación de sus móviles.
Al final aparece, majestuosa bajo mis ojos, la Catedral o Mezquita, aunque a mi me gusta más llamarla Catedral y Mezquita y que sea un símbolo de unión y no de separación. Sobre la iglesia que los visigodos construyeron, la basílica de San Vicente, los musulmanes construyeron su Mezquita, dentro de la cual encontramos la Catedral gótica. Sin duda la fusión que sucede dentro de este Templo es única en el mundo, símbolo de unión de dos de las más grandes religiones del mundo.
Córdoba era la capital de Al-Andalus cuando Abderramán I y II empezaron a constuir la Mezquita, el hecho de que no esté orientada a la meca es actualmente una fuente de dudas. Hipótesis no confirmadas apuntan a que el plano lo hizo el becario. Fue con la llegada del Califato de Córdoba, con Alhakén II cuando la construcción ostentó su mayor esplendor y se llenó el interior de bellos mosaicos. Finalmente, fue Almanzor el que culminó la Mezquita con una extensión "low cost" no muy original pero efectiva para ampliar la función de albergar a todo el mundo.
Y llegó la reconquista, y fue voluntad de Fernando III recuperar la mezquita para la causa cristiana. Así, se llenó el templo de cruces y se construyó la Catedral en su interior, eso sí, conservando la belleza de la arquitectura árabe presente. Con el tiempo se ha seguido llenando de capillas de fieles y obras artísticas del patrimonio cristiano. Sólo me queda pensar que tanta belleza nunca podrá volver a suponer un motivo en enfrentamiento, si no de unión.
Sigo volando y encontrándome a San Rafael (everywhere) , el cual salvó a Córdoba de la temida peste. Muy cerquita de la Catedral está el Alcazar de los Reyes Cristianos, desde donde los Reyes Católicos dirigieron la campaña contra el Reino de Granada, durante más de ocho años.
Arriba San Rafael protege
No queda más que despedirme, pero lo haré con la exclamación de belleza más famosa del habla hispana: "Olé, Olé y Olé". Algo que no muchos sabréis es que es fruto del mestizaje, y que su origen apunta a la expresión árabe "Wa-llah, Wa-llah" (Por Dios) algo así como el OMG! americano del primer milenio.