La mejor novela de Ricardo Piglia, la novela de un escritor en lo mejor de su madurez. Como me dijo una amiga: la de mayor aliento narrativo de las novelas de Piglia. En otro post afirmé temerariamente que Piglia es ensayista, cuentista y novelista, en ese orden. Sin duda es uno de los escritores necesarios de la literatura argentina (como Borges, Cortazar, Saer, Castillo, Soriano, Viñas, Bioy, Martini y siguen algunos nombres más).
Una novela que, sin dudas, se inscribe en el mundo Piglia. Un mundo que se podría caracterizar por las siguientes palabras claves: pensiones, manicomios, locas y locos, enigmas, jockeys, gauchos, boxeadores, el campo, la ciudad, las estaciones de trenes, grabaciones, documentos, cintas, claves, máquinas, cosas falsas, relatos, dinero, lenguaje, bares, Retiro, sueños, persecuciones, mensajes, secretos, paranoia, claves, información, cartas, japoneses, el Bajo, la Avenida Corrientes, la Avenida de Mayo. Tal vez, en otro post desarrolle las vinculaciones que en el mundo Piglia se establece entre estos elementos, en este sólo quiero señalar que estos están presentes y reiterados en su narrativa y la definen.
¿Por qué una novela arltiana? Como ocurre a menudo con estas cuestiones en principio hay una simple reminiscencia que nos lleva de uno a otro. Así fue, Blanco nocturno me llevó a Los siete locos (Gracias Piglia!!). A partir de ahí, empecé a ver qué era lo que me había sugerido Arlt en Piglia. Luego de un mes de leer uno y otro acá van los símiles que logré ver:
- En las dos hay un loco en un manicomio: Croce en Blanco, Ergueta en Los siete.
- En las dos hay un inventor: Erdosain con su rosa de cobre en Arlt, Luca Belladona con su Nautilus (la réplica de la nave espacial) en Piglia.
- En los dos hay la obsesión por una obra disparatada: en Los siete, el Astrólogo que quiere fundar una sociedad secreta; en Blanco, Luca Belladona que juega su vida resistiendo en una fábrica sin destino.
- En las dos hay un crimen, un asesinato, y dinero de por medio: el de Tony Durán en Blanco y el de Barsut en Los Siete.
- En las dos hay dilema moral: en Piglia, Luca Belladona que canjea el dinero que le corresponde por aceptar enviar a la cárcel de por vida a un inocente (el japonés Yoshio); en Arlt la entrega que hace Erdosain de Barsut para vengar su humillación y poder “ser”.
- En los dos aparecen pasajes de la Biblia: en Los siete es el farmacéutico Ergueta quien los repite (El Hijo se levantará contra el Padre y el Padre contra el Hijo); en Blanco es el ex seminarista Schultz quien los recuerda (Dijo Jesús: Para esto vine al mundo, para dar testimonio de la verdad, todo aquel que pertenece a la verdad, escuchará mi voz)
- En los dos hay suicidio: en Piglia, Luca Belladona; en Arlt, el suicidio del asesino de una muchachita que presencia Erdosain en un bar.
- Finalmente, lo más relevante: en las dos hay una idea (¿la misma?) de la existencia. Esto último lo dejo para que cada uno lo vea por sí. Pero déjenme anticiparles que creo que la cosa pasa por “el coraje para enormes empresas” que se precisa para vivir en un mundo sin dioses ,en el Astrólogo de Arlt y “el coraje de estar a la altura de las ilusiones” en Luca Belladona de Piglia.
Que las gocen. Y no olviden “Los lanzallamas”, que es la continuación de “Los siete locos” y que tengo ahí para releer después de veinte años.
Les dejo de regalo a Piglia hablando de su novela con Natu Poblet en "Leer es un placer".
Una nota de color a este post. Hace un par de años, cuando Piglia vino a Casa de América de Madrid a propósito de la semana del autor dedicada a su persona, fui a las presentaciones diarias que realizó y, una de esas ocasiones, cuando salía y se disponía a cruzar el Paseo de Recoletos, me acerqué a intercambiar unas palabras. No tenía el gusto de conocerlo, por lo que lo abordé llamándolo profesor, y le conté que Hitler y Kafka aparecen juntos, además de su Respiración artificial, en una novela más reciente del sudafricano John Coetzee, cosa que él desconocía. Al despedirnos, luego de que le dijera que yo también escribía, me dijo que, como decía Onetti, “hay que escribir, hay que escribir”. Y recordé que Martini también me dijo alguna vez eso pero agregó “mientras haya papel”, situación desactualizada para los tiempos que corren, hechos de computadoras u ordenadores, como le dicen por acá. Blog del autor del libro de cuentos "Historias fugaces de hombres y mujeres".