La SGAE presenta estos días en el Festival de San Sebastián un documental sobre la vida del cantautor madrileño Javier Krahe que incluye el corto “Cómo cocinar a un Cristo para dos”, una mofa de la divinidad en la que se basa el cristianismo.
Pero que para Antón Reixa, el presidente de esa sociedad de autores desde el pasado mayo, es “una perla de la libertad de expresión”.
Mientras, en distintos países islámicos siguen los disturbios y las matanzas por la aparición en internet de otro corto, “La inocencia de los musulmanes”, que se mofa del fundador de sus creencias.
Son levantamientos masivos contra actos individuales, libros, caricaturas, cortos como este, o contra una niña a la que acusan de romper un Corán: los fanáticos salafistas asesinan a los blasfemos, aunque frecuentemente lanzan las acusaciones para apoderarse de los bienes de sus víctimas.
En España el católico Centro de Estudios Jurídicos Tomás Moro, se querelló contra Krahe, y pidió prisión para él por aquella escena grabada en 1977: el cantautor resultó absuelto.
En EE.UU. numerosos grupos cristianos denuncian estos días que el presidente Obama no condena una exposición del fotógrafo Andrés Serrano, que abrirá este jueves en la Edward Tyler Nahem Gallery, en Nueva York, su ciudad natal, cuya obra principal es la fotografía “Piss Christ”, en la que aparece un Cristo crucificado dentro de una vasija llena con la orina del artista.
Los cristianos exigen que Obama y Hillary Clinton condenen esa exposición con la misma energía con la que reprobaron públicamente “La inocencia de los musulmanes”, pero la Casa Blanca no responde a sus demandas.
Definitivamente, herir sentimientos religiosos lastima a los fieles de cualquier creencia, pero castigar a quienes cometen la afrenta nos devolvería al medievo infernal de los fanáticos islamistas.
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SALAS