[5/10] Se supone que la policía vela por la justicia y el orden de los ciudadanos, pero hay veces en que el cine nos muestra otra cara bien distinta, con agentes que traspasan sus límites para utilizar las mismas armas que los delincuentes a quienes persiguen. La clave está, según manifiesta el sargento Brant en “Blitz”, en aplicar el brazo apropiado de la ley… sea la que fuere y con las consecuencias que sean necesarias en cada asunto policial. En “Blitz”, Elliot Lester adapta la novela de Ken Bruen para acompañar a dos de estos detectives que salen de caza por las calles de Londres… para ajustar cuentas con un asesino en serie que ha matado a varios policías. El resultado es un thriller muy violento y crudo, con acciones explícitas y ejecutadas sin contemplaciones, con humillaciones que han incubando venganza en una espiral de violencia… donde unos y otros reparten su particular justicia a diestro y siniestro.
El protagonismo de una música excesivamente subrayada quiere introducirnos en unos ambientes turbios y cenagosos donde la ética y el respeto no existen. Son los bajos fondos en los que miembros de la policía se mezclan y confunden con individuos de baja calaña, como “topos” al servicio de una causa o como víctimas de su misma amargura. Los modales de Brant no son precisamente amables ni ejemplo de orden y corrección, como tampoco lo es la vida de Falls (la policía-yonqui o yonqui-policía, según se mire) o los de su jefe Nash… todos con un pasado que no queda bien recogido en la cinta, aunque se intuye por sus efectos. Amargura, soledad, tristeza, odio… se han infiltrado en sus vidas hasta minar sus principios, si alguna vez los tuvieron. Ahora, en el fondo, son parecidos a ese psicópata adolescente y asesino poco inteligente… aunque terminen el día del lado de la justicia y puedan creerse satisfechos. Unos y otros, policías y asesinos, son como las dos caras de la misma moneda del “todo vale”, y por eso lo mejor de la cinta es el desenlace en la azotea.
Película de género discreta que respeta los códigos pero sin nada nuevo que ofrecernos, con un guión lleno de clichés que nos lleva de una justicia barriobajera a un asesinato a quemarropa, con unos periodistas irresponsables y torpes ridiculizados… y unos policías corruptos en su mediocridad moral. El retrato de los secundarios con sus historias no hace sino ennegrecer la figura del Cuerpo, y bien podría prescindirse del recién llegado jefe homosexual y su inverosímil sintonía con el duro Brant, o de la joven Falls y su protegido adolescente… Por contra, hubiera sido más interesante profundizar en el drama interior que acompaña al sargento y que le ha sumido en ese escepticismo y amargura hasta convertirle en “matón con placa”. Pero no se atiende a las motivaciones psicológicas y se opta por la acción pura y dura… y ahí tampoco sale bien parada la cinta, con una persecución nada espectacular –aunque en el telediario de la película se diga lo contrario– y unos métodos violentos tan poco sofisticados como burdos y desagradables (extrema y excesiva en la escena del martillo).
No es muy alentador y atractivo el panorama presentado por “Blitz” como tampoco parece bien construida la trama de investigación y las pistas que se van descubriendo hasta dar con el psicópata (los flash back de la trifulca en el billar son torpes). Por eso, sin demasiados preámbulos y por la vía rápida, con toda la chulería y determinación de un personaje muy seguro de sí mismo, Jason Statham no abandona su cara de pocos amigos durante la hora y media…. aunque tampoco deja ver qué hay dentro de esa cabeza rapada. Una historia de venganza y violencia para un mundo podrido y corrupto, en el que unos infiltrados se han identificado tanto con sus enemigos… que se confunden y anulan en su lucha sin cuartel.
Calificación: 5/10
En las imágenes: Fotogramas de “Blitz”, película distribuida en España por Emon © 2011 Lionsgate. Todos los derechos reservados.