Revista Cultura y Ocio
Con motivo del Blog Tour de Pacto de Sangre (Almas Oscuras #1) de María Martínez, organizado por eBooks Tours, os traigo unos teasers de Profecía (Almas Oscuras #2). Para leer los tres primeros teasers, podéis ir al blog A Dark Story
ATENCIÓN: Posibles spoilers para quienes no han leído Pacto de Sangre.
Teaser 4
Kate sintió la mano de Sebastian a media espalda, esa posición de su brazo hacia que ella tuviera que estirar la columna y erguir los hombros con cierta rigidez. Él le dedicó una sonrisa y, con suavidad, la condujo a través del vaivén de los cuerpos que danzaban. Sentía como si flotara, la forma en la que Sebastian la sujetaba conseguía que sus movimientos fueran mucho más elegantes, hermosos, o al menos así lo sentía.
—Hay algo que a William no se le da muy bien —dijo Sebastian con su voz grave, acercó sus labios al oído de Kate—. Es penoso bailando.
Kate esbozó una tímida sonrisa y reuniendo toda su voluntad lo miró a los ojos, algo que le costaba bastante, aún la intimidaba. Tenía las cejas rectas y más oscuras que el pelo, unas pestañas espesas que enmarcaban un iris azul como el lapislázuli, la nariz era larga y afilada, y sus labios se curvaban ligeramente hacia abajo en las comisuras.
—Nos has oído —dijo Kate sin estar muy segura de si eso la molestaba, ya sabía que los vampiros tenían sus sentidos muy desarrollados, pero no lo consideraba una excusa para escuchar conversaciones ajenas.
—Sólo esa parte, no era mi intención, pero estaba demasiado cerca —sonó a disculpa.
—No importa, no era una conversación privada.
Kate examinó con la vista el salón y vio a Aileen y William, reían sin parar, conversando con Robert y su pareja de baile en ese momento. Continuó con la exploración, consciente de las miradas ávidas que pesaban sobre ella. Sentía los ojos de algunos de los vampiros fijos en su cuello, notaba el deseo incluso en la forma en la que contenían el aire cuando se acercaban demasiado.
—El miedo es un potente estímulo para los vampiros, deberías tranquilizarte. Te aseguro que no corres ningún peligro —musitó Sebastian mientras la hacía girar alejándola disimuladamente de la multitud.
—Intento convencerme de ello, pero la forma en la que me miran…
—Cada uno de nosotros desea tu sangre en este momento, no lo dudes, pero hemos aprendido a contenernos, a soportar la sed y a alejarnos antes de caer en la tentación. Debemos hacerlo si queremos sobrevivir. Las relaciones entre vampiros y humanos son muy complejas. Os necesitamos para subsistir, en muchos sentidos. Pero a la vez tenemos que manteneros alejados de nosotros para protegeros.
—Pero eso es una sinrazón, porque necesitáis alimentaros de nosotros para sobrevivir.
—Kate, si tuvieras una oveja que te proporciona lana para darte calor, leche para alimentarte, que mantiene tus pastos limpios de malas hierbas, ¿te la comerías por mucha hambre que tuvieras, por mucho que desearas su tierna y jugosa carne? ¿Arriesgarías la tranquilidad de toda una vida por un instante de placer, o cuidarías de esa oveja como de tu propia existencia por mucho sacrificio que eso te costara?
—Supongo que tienes razón, a pesar de que acabas de compararme con una oveja —respondió molesta. Sebastian se estremeció con una suave risa—. Pero hay ocasiones en las que os coméis a las ovejas —añadió en susurro.
Teaser 5
William miró el reloj que había sobre su mesa, eran más de las doce. Empezó a sentirse realmente mal por Kate, por haberla dejado sola tanto tiempo y por la forma en la que la había abandonado bajo aquel manzano. Salió al pasillo, descalzo, y se encaminó a la escalera mientras abrochaba un par de botones de su camisa. Kate estaba en alguna de las estancias de la planta baja, podía olerla. Aguzó un poco el oído y su voz llegó hasta él, trazando una vibrante estela que siguió completamente hipnotizado.
—¿De verdad luchaste en esa guerra? —oyó preguntar a Kate en tono incrédulo.
—Ésa sólo fue una de tantas —respondió Robert tras una sonora carcajada—. Pero he de reconocer que fue una de las más divertidas. Me sentaba muy bien el uniforme.
—Me cuesta creer que tengas tantos años. Todo lo que has conocido, es fascinante. ¿Volverías a algún momento en particular? ¿Cuál fue el mejor año para ti? —preguntó Kate con avidez.
—Sin duda, los años que pasé en Francia en la corte de Maria Antonieta. Fue una época de excesos que no me importaría volver a repetir.
—¿Conociste a Maria Antonieta?
—Profundamente —contestó Robert con un asomo de ironía, y Kate dejó escapar una risita azorada—. Levanta la barbilla y no dobles la muñeca.
—Pesa mucho —se quejó ella.
—Eso es porque estiras demasiado el brazo, dobla un poco el codo.
Se oyó el sonido del acero chocando contra acero, a continuación el estruendo del metal al desplomarse sobre el suelo y la risa de Kate brotando con ganas de su garganta.
—¿Has visto? Ya es tuyo, y ahora, el golpe de gracia —dijo Robert con entusiasmo.
William abrió la puerta del salón donde solía practicar esgrima de pequeño. Se detuvo bajo el marco de madera, contemplando la escena con el rostro mortalmente serio. Robert rodeaba con sus brazos a Kate, con el derecho sostenía la mano de ella ayudándola a empuñar una espada y con el izquierdo mantenía su otro brazo sujeto contra la espalda. Una armadura abollada estaba amontonada en el suelo, a sus pies.
—¡William! —exclamó Kate, con una mezcla de alegría y sofoco.
—Hola, William, ya empezaba a preguntarme cuándo aparecerías. Estábamos preocupados por tu ausencia —dijo Robert, soltando a Kate muy despacio.
—Estaba ocupado. Gracias por entretener a Kate —dijo mientras forzaba una sonrisa que desapareció inmediatamente. Sintió el aguijonazo de los celos en su pecho.
—Ha sido un placer y he de admitir que te envidio, hermano. Esta dama posee todo lo que un hombre podría desear, eres afortunado —dijo con sinceridad.
—Sí, lo soy —respondió William clavando sus ojos en Kate, se acercó a ella un poco menos tenso y le quitó la espada de las manos—. Podrías herirte con esto y no creo que sea lo más recomendable en una casa repleta de vampiros —dijo en un tono que era una clara reprimenda a Robert.
Kate desvió la mirada y se sonrojó.
—Tienes razón, ha sido una imprudencia imperdonable por mi parte —se disculpó Robert, y esta vez no parecía tan sincero.
Teaser 6
Un par de minutos después, Silas apareció con dos pergaminos de un color marrón dorado muy extraño, que parecían a punto de desintegrarse al más mínimo roce.
—¿Has encontrado algo? —preguntó Robert impaciente, situándose tan cerca de Silas que apenas le estaba dejando espacio para moverse.
—No estoy seguro —respondió el viejo vampiro mientras desenrollaba los pergaminos y los estiraba sobre la mesa—. ¡No los toques! —exclamó al ver que Robert extendía la mano hacia ellos—. ¿Tienes idea de lo que estás viendo? Estos pergaminos pertenecen a las Crónicas Sangrientas, en ellos se recoge nuestra historia desde el principio de los tiempos, son un tesoro, irreemplazables, y no existen copias.
—Tienen un color raro.
—Eso es porque están escritos con sangre, con la sangre pura de nuestros antepasados.
—Empiezo a tener verdadera curiosidad sobre lo que guardas en esas catacumbas —replicó entornando los ojos.
—No hay nada que tenga faldas o que puedas desmembrar, dudo que te interese mi pequeño museo.
El hermoso rostro de Robert se contrajo con un gesto herido, sus pupilas se dilataron confiriéndole a sus ojos brillantes una expresión triste, de cachorrito abandonado. De repente soltó una carcajada.
—¿Dolido con tu alumno, Silas? Sabes que soy mucho más que un mujeriego y un psicópata.
—De qué te sirve esa maravillosa inteligencia, si no la usas —masculló.
William se frotó los ojos como si le doliera la cabeza. Las últimas semanas habían desencadenado una serie de acontecimientos cuyas consecuencias no podía predecir. Era posible que el mundo se desmoronara y desapareciera si no encontraban una forma de evitarlo. Y aquellos dos ya estaban enzarzados en otro de sus interminables intercambios de frases mordaces, para ver quién acababa diciendo la última palabra. Dedicó una mirada furiosa a su hermano y éste se tragó con esfuerzo las palabras que estaba a punto de pronunciar.
—Silas, los pergaminos —dijo William sin mucha paciencia.
—Sí, perdona. Creo que esto puede tener relación, escuchad. Hay muchas leyendas y mitos sobre nuestra madre, historias que la convierten en un ser perverso y lujurioso, vengativo y sin escrúpulos. Pero nada de eso es cierto, sus virtudes la condenaron. Lilith abandonó el destino impuesto y por eso la condenaron a vagar sin refugio ni descanso en las tinieblas del mundo, escondiéndose de la luz que abrasaría su cuerpo, a alimentarse de su propia sangre y a permanecer siempre sedienta, conservando su inmortalidad para que su sufrimiento también fuera eterno.
¡No te pierdas ninguna parada del Blog Tour de Pacto de Sangre!
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