Silla ha descubierto el poder mágico de la sangre y ahora debe enfrentarse a un enemigo inmortal.
Es imposible saber quién eres hasta que pasas un tiempo a solas en un cementerio. Para Silla Kennicot y Nick Pardee, el cementerio es el centro del universo.
Él vive enfadado con el mundo porque se ha visto obligado («mi madre se había trasladado a Arizona y fingía que yo no existía») a regresar a la ciudad en la que creció: Yaleylah, en Misuri.
Ella vive desnortada desde la muerte (¿asesinato? ¿suicidio? ¿asesinato y suicidio?) de sus padres. Hasta que llega a sus manos un extraño libro que le envía un desconocido que firma «El Diácono». «Tu padre —escribe— era un hechicero y un sanador con un maravilloso talento.» Y ahí está la prueba: líneas y líneas, diagramas, círculos dentro de círculos salpicados de letras griegas, runas, pictogramas… Son hechizos mágicos escritos por su padre de su puño y letra para localizar objetos, predecir el futuro o sanar males. La sal encabeza todas las listas de ingredientes, que incluyen sin excepción una gota de sangre.
Nick y Silla unen sus destinos para descubrir que alguien muy poderoso se esconde tras las muertes de sus progenitores. Juntos se adentran en un mundo de magia negra, y deberán despojarse de sus creencias, olvidarse de quienes eran o creían que eran, prescindir de sus conocimientos sobre la vida y la muerte, cambiar su manera de ver el poder y la riqueza, y entregarse a los secretos que la sangre esconde.
16.00 € 432 págs. noviembre de 2011
Disponible en eBook (11.99 €)