Al igual que Rabbit hole, Blue Valentine no tiene previstos una fecha de estreno ni un título adaptado en Argentina. A pesar de competir por un Oscar (también a mejor actriz), la película protagonizada por Michelle Williams y Ryan Gosling ni siquiera fue considerada oportuna para el mes de los enamorados.
Habrá que reconocerles algo de razón a los distribuidores. De hecho, un poco como los argentinos Inés y Miguel y los franceses Marie y Nicolas, los norteamericanos Cindy y Dean distan de formar una pareja idílica.
El largometraje co-escrito y dirigido por Derek Cianfrance nos sumerge en la intimidad de un joven matrimonio al borde de la separación. La presentación de los personajes (cada uno en distintos espacios del hogar) sugiere el hastío de una convivencia desgastada y genera la inevitable pregunta “¿qué pasó?”.
Como tantos otros films que abordan esta inquietud, Blue Valentine también reconstruye la vida de los cónyuges con piezas del pasado más remoto, cuando Cupido dispara las primeras flechas. En estos saltos temporales percibimos la calidad profesional de Williams (pensar que debutó en Dawson’s Creek) y Gosling (que ya nos había conmovido en Lars y la chica real).
Además de la cuestión actoral, Blue Valentine se destaca por otras dos virtudes principales: 1) no se pretende más de lo que es (la historia de un desamor); 2) no busca congraciarse con el público (happy end mediante).
Quizás por esos mismos aciertos, y porque cuesta creer que Michelle les gane a Nicole y Annette, es poco probable que la Academia premie esta película. De producirse una derrota, ojalá no genere vacío en las salas argentinas.