Dice el saber popular que en estas instancias lo importante es ganar, más allá de toda circunstancia. Boca, doctorado en esto de jugar la Copa, hizo valer su oficio y obedeció la máxima: con gol de Pablo Mouche, derrotó 1-0 como local a Fluminense y comenzó con paso firme la serie de cuartos de final de la Copa Libertadores. Sin embargo, dado el desarrollo del encuentro, el resultado da la sensación de haber quedado corto, ya que el combinado brasileño jugó casi 60 minutos con un jugador menos.
Toda la alegría en el rostro del goleador de la noche
A pesar de sufrir varias ausencias (Fred y Deco entre las más notorias) fue el conjunto visitante el que arrancó mejor. Prolijo control de pelota, buena movilidad en sus atacantes, pero igualmente sus mejores chances nacieron de errores de la defensa xeneize.
Con el correr de los minutos, Boca le fue quitando el balón y empezó a ganar protagonismo. Liderado por Juan Román Riquelme, con las trepadas de Clemente Rodríguez por la izquierda y el aporte de Pablo Mouche por la derecha, comenzó a aproximarse al área contraria. Sin embargo, sus ocasiones sólo provenían de jugadas de pelota parada.
En el segundo tiempo, Erviti cambió su rol y fue clave
Todo cambió a los 33 minutos, cuando el lateral Carlinhos se hizo expulsar infantilmente, al recibir su segunda tarjeta amarilla. A partir de allí, el conjunto dirigido por Julio César Falcioni empezó a llegar con mayor frecuencia y a transformar al arquero Cavalieri en figura. Antes de partir hacia los vestuarios, hubo lugar para la polémica: una clara mano de Facundo Roncaglia dentro del área no fue juzgada intencional por el árbitro, cuya omisión desató un rosario de protestas.
Cabecea Roncaglia, eje de la polémica
Para el segundo tiempo el técnico de Boca, poco afecto a los cambios ofensivos, finalmente se animó. Sacó a Erbes, volante central (de lo más flojito en la primera parte), para hacer ingresar a Blandi, delantero. La consecuencia inmediata fue que Rivero y Erviti pasaron a repartirse la zona media, y lo hicieron con mucho criterio. A más largo plazo, la modificación permitió al local profundizar su dominio.
A los 6 minutos sucedió lo inevitable. Darío Cvitanich se tiró atrás, metió un delicioso pase para Mouche, quien definió de primera con un zurdazo cruzado, para abrir el marcador y sellar su rótulo de figura de la cancha.
A partir de allí se agigantó aún más la figura de Riquelme, y la única incógnita parecía ser cuándo llegaba el segundo gol de los auriazules. Conquista que nunca arribó, a pesar de los numerosos intentos, lo que le da una notoria cuota de dramatismo a la revancha de la semana próxima en Río de Janeiro. Ahí sí, en principio, once contra once…