¿Quién dijo que Silva no mete goles? ¿Quién dijo que ya los minutos para el uruguayo de Boca deberían estar siendo cada vez menos? ¿Quién dijo que un nueve que no hace goles no sirve? Todas esas respuestas quedaron contestadas por el propio Santiago Silva en la victoria de Boca ante Arsenal por la Copa Libertadores. Un triunfo que se complicó y que se resolvió por la claridad del uruguayo a la hora de vestirse de ‘Riquelme’ y armar los goles de Ledesma y Sánchez Miño.
En un partido muy chato pero muy típico de Copa, los de Falcioni no podían con un Arsenal que tuvo miedo de hacerse protagonista cuando Loustau expulsó, exageradamente, a Somoza. Pero al local no se le caía una idea, ni tampoco una llegada clara ante Campestrini. Con diez en cancha, Mouche fue carrilero/extremo y Erviti hizo de él y Somoza para que Ledesma se quedara en su sector y Riquelme y Silva sean los encargados del ataque.
Pero pasaban los minutos y no pasa nada. Hasta que el uruguayo se iluminó con un taco que dejó a Román mano a mano y que terminó en el gol de Ledesma. Un nueve vive del gol. Eso está claro. Pero Silva le agrega algo que no todos los tanques tienen: maneja los fundamentos como pivotear, abrir espacios y jugar sin la pelota. ¿Qué necesita el gol? Claro. Pero con la segunda asistencia a Sánchez Miño terminó de cerrar la noche en que se compró al hincha de Boca. ¿Cómo puede ser que un goleador se vaya ovacionado por toda la Bombonera sin haber gritado ni una vez en ocho partidos? Preguntenle al Pelado que lo vivió en carne propia…