Sin rumbo y con escasa rebeldía. De esa manera deambula Boca en el torneo Inicial. El pálido empate ante San Martín no sólo impidió que el equipo llegara a la cima del certamen, sino que volvió a desnudar una de sus peores versiones. Esa misma imagen deslucida que dejó contra Lanús, hoy se hizo presente en la Bombonera.
El aburrimiento atrapó a gran parte de aquellos que presenciaron el compromiso que cerró la jornada. En ese marco anémico de ideas y situaciones de peligro, un Xeneize con pocos argumentos tomó la iniciativa, aunque cayó en las garras de su propia impericia y jamás ejerció un dominio claro. Juan Sánchez Miño, uno de los responsables de la creación, volvió a entregar una presentación discreta. Uno de los factores de la baja performance de sus compañeros.
La intrascendencia, no obstante, disfrutó una pequeña pausa cuando el elenco sanjuanino elaboró la primera maniobra hilvanada de la noche. Luego de una gran asistencia de Gastón Caprari, Humberto Osorio tuvo la chance de abrir el marcador, pero Rolando Schiavi cometió un penal, por el cual debió haber sido expulsado. Mauro Bogado asumió la responsabilidad y marcó el primer gol de la historia verdinegra en el mítico recinto boquense.
Los hombres de Julio César Falcioni buscaron la paridad inmediatamente y pudieron haberla conseguido en los pies de Schiavi. Pero éste malogró una pena máxima y agigantó las esperanzas de San Martín, que ya no contaba con Caprari, quien abandonó el campo por haber tocado la pelota con la mano dentro de su área. Empero, la tesón del Flaco permitió el desahogo, ya que con un potente remate de media distancia consiguió el 1-1. Un tenue maquillaje ante ese paupérrimo papel.
El entrenador del dueño de casa buscó oxigenar a su tripulación con los ingresos de Cristian Chávez y Leandro Paredes, quienes también fueron víctimas de la chatura irremediable del cotejo. El campeón de la Copa Argentina dedicó sus esfuerzos para romper la estructura del Santo, que clausuró su arco por encontrarse en inferioridad numérica. Así, una escuadra abandonó cualquier intento de juego, mientras que la otra chocaba con un muro infranqueable.
Al igual que en muchos otros duelos, Boca relució su mayor anarquía futbolística. El nombre de Juan Román Riquelme retumbó en el estadio y en los oídos de Falcioni luego de que Sergio Pezzotta finalizara el choque. El vestuario vive un clima enrarecido y el cuadro no halla los resultados que antes mantenían su estabilidad en pie.